Curioso el repunte, a propósito del rescate, del tópico extranjero sobre el orgullo de los españoles. Orgullo y pasión, al parecer seguimos en eso. Pero no se trata tanto de orgullo como de dignidad y desconfianza. Dignidad: la buena ayuda no viene acompañada, como si la sumisión fuera el precio, de la humillación. Desconfianza: si en la historia reciente (de un siglo acá, por ejemplo) las grandes naciones europeas no nos han ayudado en los momentos críticos, ¿debemos entregarles las llaves de la casa, para que hagan la limpieza? Sin embargo el marco de todos esos arañazos es la falta de amor, imprescindible en cualquier aventura en común, ya se trate de la affectio maritalis o de la affectio societatis. Los europeos no nos amamos nada entre nosotros, las naciones de Europa se han pasado la historia guerreando, odiándose, marcando diferencias, colgándose rótulos para hacerse de menos.