Las opiniones sobre los incendios de La Gomera y Tenerife, y la misma gestión de la catástrofe, en la que no hay más santos inocentes que las víctimas de los destrozos y la naturaleza, viene a darle la razón a una rotunda frase, como casi todas las suyas, de Antonio Gala. Dijo el pasado domingo en El País este escritor y eterno diletante: "Da la impresión de que este país está gobernado por una colección de tontos (...) o por una pandilla de gilipollas": Ya se nota, por supuesto, que no es lenguaje para un fino analista ni para la imagen de compostura que debe dar un político; pero él ni es político ni le importa la apariencia, ni tampoco, imagino, si la sentencia toma forma de caricatura para definir la gravedad de la situación en un momento dado. Tampoco es cierto que la noticia no es que un perro muerda a un hombre sino que un hombre muerda a un perro, y sin embargo se ha convertido en dogma en redacciones y facultades.

El ministro Arias Cañete, un pintoresco personaje que tiene en su haber memorables frases sin seso, ha intentado endosar la responsabilidad de la chapuza del Gobierno de la nación y de su departamento al 'chapuzario' del gobierno regional, con algunas consideraciones sencillamente idiotas. La culpa del retraso en llegar los hidroaviones fue que los fuegos comenzaron al atardecer y los aparatos no pueden volar de noche. ¿Qué habrá que hacer?, ¿que Paulino Rivero ordene a pinos, laureles, hulagas, belesas, pinochas y brezos que no ardan sino en horas diurnas? Lo más sensato sería preparar a los aviones para que vuelen con luz y sin luz, como los 'Binter'. Y si tardan tanto en recorrer la distancia entre su base peninsular y el Archipiélago es por una circunstancia inmutable, y conocida desde la más remota antigüedad griega, fenicia y vikinga: la distancia, que es imposible acortar. Para paliar los efectos de la distancia el SAR estableció uno de sus escuadrones en las Islas, de tal manera que si se produce un accidente en el mar o uno en tierra que requiera su intervención, la actuación pueda ser inmediata. Más de 100.000 horas de vuelo en 55 años. Si los medios del 802 no estuvieran en Gando, habría habido miles de ahogados, y de balandros, y de atiborradas pateras o cayucos, perdidos para siempre en la inmensidad del océano. Pero el ministro además, aquejado de 'persecuta', cree que es "sospechoso" que sea ahora cuando se pida un hidroavión fijo en la Comunidad Autónoma, y eso es falso: se lleva pidiendo desde hace años. Zapatero escuchó, pero no entendió, y Rajoy hace lo mismo mientras sus ministros lían la madeja.

Como José Manuel Soria, que declara con el gesto adusto de las solemnes obviedades que es "más importante luchar contra el fuego que una televisión o una policía". Tiempo tuvo para hacerlo en los muchos años que la derecha cogobernaba con los nacionalistas. Pero Soria nombró a militantes y simpatizantes del PP como directores de la radio autonómica o la 'guanchancha' y no como jefes de bomberos forestales. Menos lobos.

Dicho lo cual, tampoco en Canarias los Ayuntamientos, Cabildos y Gobierno regional hacen bien los deberes. Se conforman con un aprobado raspado, que en cuanto se confronta con la realidad se convierte en trágico suspenso. Claro que hay pirómanos, pero a los pirómanos hay que ponérselo difícil. Y hay que empezar previniendo los focos de 'ecoterrorismo' rupestre, como esos descerebrados que proponen desde el anonimato de internet la extinción de pinos y laurisilva para sustituirlos por frutales y cabras, rompiendo así los equilibrios básicos de nuestra biosfera. La limpieza de montes, el cerramiento de las cumbres en verano, con la obligatoriedad de que los visitantes vayan en grupos dirigidos por un guía -posible fuente de empleos-, la ordenación de los tendidos eléctricos, la creación de un voluntariado de vigilantes, la implantación de redes informáticas y visuales de alerta, la colaboración militar, los riegos preventivos aprovechando las potencialidades de las nuevas tecnologías... Los bobos y los mercenarios que han estado negando el vertiginoso cambio climático han creado un serio problema desactivando la alarma social. En refrán, la población solo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena; y mientras tanto se pavonean los incompetentes.