El asalto a dos supermercados andaluces que han protagonizado sindicalistas liderados por el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, me trae a la memoria una frase del talento literario más iluminado de Argentina. Dice Jorge Luis Borges: "Los peronistas no son ni buenos, ni malos; son incorregibles". Y me viene a la memoria porque Gordillo está defendiendo con estas acciones simbólicas, consciente o inconscientemente, las mismas estrategias que Evita Perón defendía en la Argentina de los años cuarenta. Evita encontró después de tantos reveses y amarguras un camino a su vida en la devoción a los humildes de su pueblo y en la exaltación del obrerismo desposeído. Promovió la filantropía de estado, haciendo donaciones y dádivas a los desamparados usando la tesorería de la nación para establecer un régimen de limosnas con una estructura casi industrial de la compasión. Nunca se le ocurrió que el alivio de la miseria humana no se logra dando limosnas a los indigentes, sino con políticas sociales y cambios estructurales.

En Gordillo, como en Evita, ha podido más el mito que la realidad. Siendo profesor de instituto de su pueblo y en colaboración con sacerdotes obreros, movilizó a los jornaleros de su comarca durante la transición pidiendo aumentos de jornal con huelgas de hambre, ocupaciones de fincas, sentadas en la catedral de Sevilla y hasta en la mismísima sede de la OIT en Ginebra. En 1979 resultó elegido alcalde de Marinaleda, un municipio que no llega a los 3.000 habitantes. Y ha repetido alcaldía hasta hoy. Entre otras cosas porque tras los múltiples encierros, ocupaciones y broncas logró que la Junta de Andalucía comprara 1.200 hectáreas y las cediese al pueblo. Así nacieron las ocho cooperativas donde Gordillo ha proyectado su sueño utópico, su microcosmos ideológico, pero también ha repartido cargos y prebendas a sus leales. Pero la crisis ha llegado para todos, también para las cajas de las cooperativas, y Gordillo vuelve a ocupar fincas, a encadenarse en el Parlamento del que es diputado (por cierto, obligó a Izquierda Unida a cambiar sus estatutos al ser incompatible el escaño con la alcaldía) y a dirigir los asaltos a supermercados en vivo y en directo para toda España. Este es el personaje; ni bueno ni malo, sino incorregible.