Los incondicionales del grupo teatral Abubukaka se llevaron un merecido chasco el lunes cuando esta impía pandilla pretendía emitir su segundo programa de humor, por la egregia tele archipielágica. Estos antisociales, compinchados en 2006, admiten haber puesto en pie desde entonces "decenas de espectáculos de dudosa calidad artística aderezados con sátira, critica social, verso y volteretas".

En el capítulo que la dirección de la antena televisiva canaria logró parar con certero reflejo, basándose con acierto en que algunos de sus contenidos eran inapropiados para los telespectadores, aparecen dos magos de la tierra que se tropiezan y es así, afirman estos ácratas y libertarios, "como se formó Coalición Canaria".

Esto sobra decir que es del todo punto intolerable. Las consecuencias sicológicas e incluso físicas infligidas a cualquier nativo con fundamento que permaneciera en su tresillo frente a la pantalla mientras se emitiera este, vamos a llamarlo sketch of oil and vinegar, serían irreparables por la incapacidad de comprender la gracia en un hecho que paradójicamente se parece más a la verdadera historia de la fundación de estas señeras siglas que a un churro humorístico propiamente dicho.

Por otro lado, existen en la tele indígena otros programas que suplen con creces por su seriedad e intelectualidad a estos otros y que son muy recomendables para elevarnos el espíritu. Es el caso de la fenomenal telenovela venezolana La viuda joven, que están echando al mediodía, espeluznante caso que recrea el tormento que sufre la estupenda baronesa Inma (del Pino) von Parker, sobre la que recae la sospecha de asesinar a sus tres últimos maridos, a pesar de la gratitud de estos finados, que la han hecho milmillonaria. Del Pino von Parker está de infarto y no cabe en una tele de 60 pulgadas y quizá ese sea el motivo de que, rianga, se le muera otro cuarto marido. Pero ella nada que ver. Alejandro, detective, queda mosca con esta singular coincidencia. Y esto, queridos indígenas, sí que tiene sustancia y lo demás son abubukakas, que debe frenar el censor nuestro pastor para no menosturbar el escaso entendimiento de los súbditos de la nación canaria.