Escocia comparte monarca con Inglaterra desde 1603, y forma parte del mismo reino desde 1707. Castilla y Aragón comparten monarcas desde 1479 y la unidad efectiva en un solo reino se dio también a principios del setecientos, tras la guerra de Sucesión.

Gran Bretaña ha tenido un imperio donde jamás se ponía el sol, igual que España. Y lo perdió, más tarde que el español. Londres defendió con las armas incluso la sumisión de la vecina Irlanda, que no era precisamente una colonia asiática.

Londres y Madrid tienen aún problemas de secesionismo. En Escocia, las últimas elecciones autonómicas fueron ganadas por un partido nacionalista que propugnaba un referéndum sobre la pertenencia al Reino Unido. En el caso español hay independentistas en Euskadi, Cataluña y Galicia, pero solo en Cataluña se ha abierto recientemente un camino parecido.

En Gran Bretaña gobierna un partido conservador al que no gusta la idea de perder Escocia. El jefe del gobierno británico, David Cameron, ha dicho que hará lo posible para que los escoceses no se vayan. De la misma manera, tampoco gusta al partido conservador que gobierna en España la idea de perder Cataluña.

Sin embargo, Cameron ha firmado con el jefe de gobierno escocés y líder nacionalista Alex Salmond un acuerdo por el cual Londres cede a Edimburgo las facultades necesarias para que convoque una consulta vinculante. Lo ha justificado diciendo que "los escoceses votaron por un partido que prometió un referéndum y yo he acordado que lo tengan". En España, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha preferido resaltar el carácter delictivo de un referéndum que la Generalitat catalana osara convocar por su cuenta.

Hay más diferencias, desde luego. Cameron sabe que no hay mayoría social por la independencia en Escocia, y que a Salmond le va a costar mucho convencer a los desconfiados, aunque todo se puede andar. En cambio, en Cataluña la ola independentista está alcanzando dimensiones de tsunami, y no sería imposible que ganase una votación; sin embargo, todas las olas tienen reflujo.

Y hay otras similitudes. Ni Salmond ni Artur Mas tenían la independencia como primera opción. En realidad, ambos pretendían incrementar su autonomía financiera, reducir su dependencia del Tesoro central. Cameron se olió el farol y lo ha seguido, añadiendo un caramelo: si se quedan, se puede hablar de todo. Rajoy? el pensamiento de Rajoy es siempre un misterio.