El señero barrio capitalino de San Nicolás afronta a partir de este año un reto de proporciones titánicas, si bien de momento aún no es consciente de su propia situación.

En capítulos anteriores se ha descrito con intento de precisión, pero con resultados ciertamente infructuosos, que es una forma de decir en fino sin jallar respuesta, el insólito instinto básico del isleño por bajar cualquier materia, animal o producto de una parte superior de la isla a otra algo inferior y hacer de ello una parranda.

En el sin par calendario festivo de nuestra nacionalidad existe, si exceptuamos la legítima rama, un exhaustivo catálogo que incluye cochinos, gofio, barro, vino, carbón e, incluso en una villa, un enorme y fálico palo, lo que ya son ganas de bajar por bajar.

Es como si encargáramos al padre que nos alcance el millo de una alacena inaccesible y mientras hace la bajada del cartucho a la altura del pollo sacamos rones, timples y bandurrias hasta morir de enralamiento en el tresillo entrada la madrugada.

Así se forma la bajada del cartucho del millo y luego la convocamos para el mismo día del año siguiente, pero en mejor, anunciándola al vecindario y sin olvidarnos de galardonar al viejo como precursor de la tradición.

Un caso parecido ha ocurrido con la anómala bajada de la sopladera, sí, de la sopladera, que se celebra en un lugar que no es conveniente revelar porque habrá residentes allí que no tengan culpa de estos hechos y podrían quedar estigmatizados sin necesidad alguna.

En el caso concreto del risco que nos ocupa el asunto tiene mayor enjundia. Allí estrenan la bajada del machango en honor del santo local sin especificar en el reporte emitido por el Ayuntamiento cuálo de cuantos machangos jalonan nuestro paisaje humano en prodigiosa ascensión podría ser representado como machango oficial, o, en su defecto, si existe un machango estándar que agrupe en un solo machango este colectivo, al que se suma el que esto suscribe para evitar susceptibilidades.

Si se trata de lo segundo -un machango tipo-, valdrá con una bajada anual. Si se opta por escenificar a un personaje en concreto deberán celebrarse bajadas los lunes, miércoles, viernes y domingos durante el presente siglo laboral. Y tampoco es eso.