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El presidente de la CEOE , Juan Rosell, se ha puesto meteorólogo y ha ofrecido gratis sus tenebrosas predicciones para la huelga general de este próximo miércoles.

Rosell anuncia la llegada "de posibles episodios violentos y daños" por una borrasca de piquetes informativos en el centro de la zona del paro. Durante los días previos y una vez constatada la fuerza que, según vaticina, tendrá este peligroso movimiento social, ha emitido lo que viene a ser una especie de alerta amarilla en la que solicita a su cuerpo empresarial especial, "atención sobre el absentismo en los días previos a la huelga".

También incide este hombre, y sin embargo humano, en la mala imagen -él estima en sus cálculos apoyados en satélites de altísima resolución que aún quedan unos restos de imagen-, que otros países van a captar de España con este mal tiempo que se nos viene encima y, que este tipo de anomalías, como lo son las tormentas generales, "son rechazables siempre".

No obstante, el meteorólogo no ofrece ningún estudio climático anterior que permita comprender el porqué del inoportuno huracán, si es que aparece de repente sin causa justificada y dentro de una estupenda situación de altas presiones, altas prestaciones, distribución equitativa de isobaras y buenos empleos. O, al contrario, si es fruto de una cochina gota fría originada por los excesos contaminantes derivados del cachondeo financiero, o de la recogida y misteriosa desaparición en paraísos fiscales de enormes caudales de plusvalías empresariales que, en comisión con un importante y prolongado jijijajá político, ha desembocado por fin en esta ciclogénesis explosiva.

Tampoco ha especificado si la tormenta pluscuamperfecta va a caer con mayor intensidad en el aeropuerto de Murcia, en la fórmula 1 de Valencia o en el foso presupuestario del Palacio de la Cultura de Telde, ni ha facilitado un mapa indicativo para que desempleados y sin techo busquen refugio seguro en los puentes más cercanos de sus ciudades.

Y por último, carece su predicción de una valoración de los efectos posteriores, si es que va a servir para auditar y remendar las tuberías o si por el contrario tendrá que seguir anunciando desde el calor de su sofá nuevos cataclismos y fenómenos.