Querido amigo. La edad no perdona y, cada vez, es más frecuente encontrarnos a un conocido en las esquelas del periódico. Seguro que usted también se las lee. Vienen además con el morbo de la edad. Pero, las más completas son las que salen con foto a color. No sé cómo y quién elige el retrato pero, casi siempre, la imagen fresca y alegre del finado nos hace exclamar: "Pero qué joven?", hasta que reparamos en la edad: 86 años? Y es que, hasta para eso, todos y todas tenemos un último toque de coquetería.

A propósito de las esquelas: en el antiguo Colegio Jaime Balmes de Las Palmas tenían la buena costumbre de leernos el periódico en el salón de estudios. Era una práctica muy acertada. Una "asignatura pendiente" en los centros de enseñanza donde la prensa debería ser un artículo habitual que acostumbre al alumnado a familiarizarse con la información y la opinión diaria. Mucho ayudaría a mantener a la prensa de papel, tan acosada en estos tiempos por otros soportes.

Volviendo al Balmes, al encargado de leer la prensa no se le escapaba ningún artículo y, por supuesto, también nos leía las esquelas. En una ocasión, cuando el salón estaba sumido en esa densidad de las últimas horas de la tarde, se le ocurrió la idea de leer la supuesta esquela de uno de los estudiantes que estaba en la sala? "Descanse en paz don?." Al pobre casi le da un soponcio y hasta le tuvieron que dar una taza de tila.

Y es que las esquelas siempre imponen, sobre todo la de uno mismo? Pero, de alguna manera, hasta que aparece la esquela, parece que uno no se ha muerto del todo.

Hay esquelas para todos los gustos y de todos los tamaños. Los menos pudientes se conforman con una pequeñita, y hasta parece que se mueren un poco menos. Sin embargo, los más ricos salen a toda página y con tantas esquelas como referentes personales les merezcan. Mi amigo Secundino, cuando ve que se repite por todo el periódico la misma esquela, dice: "Mira por dónde, Manolo, los ricos se mueren un montón de veces?"

Alguna ventaja teníamos que tener los pobres.