El de 2007 fue el verano más gélido de las últimas décadas. No es un dato de la Aemet. Lo constatan las Bolsas, los mercados y las agencias de rating que datan en esa estación el inicio de esta crisis, hoy en plena ebullición.

Encontrar empleo se convierte en un valor en alza en bolsa, similar al precio de la onza de oro. Los Presupuestos Generales del Estado para 2013 contribuyen en Canarias a su revalorización.

Menos puestos de trabajo que, en teoría, debería corresponder a un incremento proporcional de las ayudas públicas para garantizar, al menos, las constantes vitales de las economías domésticas. Pero las partidas por subsidio por desempleo también menguan.

Aquí es, justo, donde falla el principio de Arquímedes. Ahora no todo cuerpo sumergido en una oficina del Inem experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual a la prestación del fluido desalojado; es decir, a la obtención de un puesto de trabajo, por encima de la economía sumergida.

La insuficiencia de subsidios está estimulando el superávit de suicidios.

Al margen de juegos de palabras, la realidad es mucho más despiadada. Este es el producto de un sistema capitalista desnaturalizado que afecta especialmente a los autónomos, a pequeños empresarios que se han quitado la vida. A este fenómeno se conoce en Europa como "suicidio por crisis económica". Los países más afectados por este repunte han sido Grecia, Italia e Irlanda. España no les va a la zaga.

En Grecia, la tasa de suicidios entre varones se elevó un 24% de 2007 a 2009, según estadísticas gubernamentales. En el mismo periodo, la tasa aumentó un 52% en Italia y un 16% en Irlanda. En este país, los psicólogos le llaman la depresión del Tigre Celta, ya que desde 2008 se produjo una gran afluencia de pacientes masculinos de mediana edad aquejados de insomnio y falta de apetito. Todos habían perdido su trabajo.

Ciñéndonos a nuestro país, la depresión del Toro Ibérico indica que, desde el año 2008, el suicidio es la principal causa de muerte externa en España, sin contar la enfermedad. La autolisis ya ha desbancado a los accidentes de tráfico como primera causa de muerte.

Los últimos datos del INE recogen que, en el año 2010, 3.145 personas decidieron poner fin a su existencia, es decir, casi nueve al día.

Pero por qué alguien decide irse sin decir adiós. Según se desveló en el Congreso Nacional de Psiquiatría celebrado este verano en Bilbao, los problemas económicos son el origen del 32% de los suicidios, seguida del desamor y los problemas de pareja (25,8%), problemas psiquiátricos (19,1%) y conflictos familiares (11,2%).

Esta sucinta radiografía va dirigida, primero, a las entidades bancarias y a los poderes públicos, como cooperadores necesarios, en mayor o menor medida, los que menos probabilidades tienen de quedarse sin trabajo; segundo, a cualquiera que por su mente zaherida se le pase la idea de cruzar la vida sin mirar antes a ambos lados.

Y se lo dice uno potencial. Basándome en Voltaire, "nueve hombres de cada diez son suicidas". Prefiero quedarme con Shakespeare: "Tenemos en nuestras manos los medios para poner término a nuestras penas, y aquel que está dispuesto a morir puede desafiar cualquier calamidad".

Ayer, por casualidad, leía: "Gemelo mata a hermano por error". Y es que en la vida, querido amigo, "a fin de cuentas, todo es un chiste" (Chaplin).