Moody's, Standard & Poor's y Fitch. La altísima trinidad de las agencias de calificación de riesgo. Oráculos anglosajones que iluminan el océano brumoso de las oportunidades de inversión. No son instituciones oficiales. Levantan la bandera de la independencia ante los gobiernos y ante las grandes corporaciones. Son únicamente empresas de análisis de mercados, que ponen nota al riesgo que presentan las emisiones de capital, deuda e instrumentos financieros en general. No obligan a nadie pero todo el mundo las sigue. Cuando el gestor de un fondo de inversión de Osaka, pongamos por caso, duda sobre comprar bonos de una empresa británica que no conoce de nada, y que no sabe cómo juzgar, recurre a la trinidad para que le diga si aquello es realmente seguro. Y la agencia califica. En lo más alto de la escala, la famosa triple A. Superseguridad. En lo mas bajo, el bono basura: es mejor que apueste su dinero en el casino.

¿Por qué los inversores les hacen caso? Nada les obliga a ello. Hay por lo menos dos razones. Una: se les otorga credibilidad porque se supone que saben lo que se dicen. La otra: el broker que mete la pata siguiendo su consejo queda más o menos exculpado, porque todos los otros brokers habrán cometido el mismo error. Pero la triada ha cometido ya errores suficientes para que sea difícil de comprender por qué todavía tiene tanta influencia. No solo pareció no oler ni de lejos la podredumbre de las hipotecas basura y los activos que se apoyaban en ellos, sino que les concedió insistentemente máximas calificaciones, propiciando que el mundo se intoxicara.

Desde hace tiempo circula la sospecha que las miopías de las agencias no son casuales, y que tienden a mejorar la nota de sus mejores clientes, pero ahora se dispone de un estudio a partir del análisis de miles de casos. Lo han realizado varios economistas del Banco Central Europeo y dicha institución lo ha publicado. En síntesis, señala que las tres sociedades tienen la visión sesgada al menos por dos razones. Una, el tamaño: la dimensión de la sociedad emisora añade puntos a la nota de sus emisiones. Dos, la condición de cliente. Aquellas corporaciones que contratan a las citadas agencias para valorar sus productos financieros son globalmente mejor calificadas. No son intuiciones; es el resultado de examinar 38.753 calificaciones de bancos de Estados Unidos y Europa entre 1990 y 2011. La definición suave es "conflicto de intereses". ¿Es excesivo hablar de soborno?

Meter el dinero en Lehman Brothers era lo más seguro del mundo casi hasta el día de la quiebra, según el trípode calificador. Si un resbalón de tal calibre no les llevó a cerrar la tienda y retirarse a un monasterio, tampoco lo van a hacer estas revelaciones. ¿No deberían los mercados ignorarlas para siempre? El problema es la falta de alternativas. Y no nos engañemos: las que se quieren impulsar desde los gobiernos -Europa, ahora China- nacerían ya sin credibilidad alguna. ¿Quién se fía del honrado criterio de ninguna institución política?