Conocí a Juan Cueto Alas en el aeropuerto de Barcelona una mañana de setiembre de 1984, muy temprano.

Le había ido a buscar porque entonces yo ejercía de guionista y documentalista indocumentado y feliz, del programa de TVE "Dos en raya", con mi añorado maestro Giménez-Frontín, bajo la batuta de nuestra directora y presentadora, Mireia Sentís. "Tómate una Coca-Cola, es lo mejor para empezar el día, y un purito."

En aquel entonces, de Cueto, porque escribía mucho y variado, se podía aprender un montón de su postmoderna prosa periodística y, sobre todo, disfrutar de su relatar divertido. Además, editaba una revista cultural de lujo desde la periferia asturiana, Los Cuadernos del Norte.

Ahora, otro Juan, también grande en su prosa pero mucho más prolífico, ha tenido la feliz idea de recopilar en un libro, editado por Anagrama, algunos de los mejores artículos del asturiano.

Juan Cruz y Juan Cueto, dos grandes maestros unidos en una imprescindible recopilación de casi trescientas páginas, "Yo nací con la infamia. La mirada vagabunda."

"Estoy ordenando algunos de mis artículos para publicarlos en un libro al que voy a llamar "Mitos de paso", por lo de los ritos de paso, ya sabes" me dijo Cueto después de dos colas y ya camino de los estudios de TVE en San Cugat.

Era cariñoso, no sé si por ser del norte, como yo, o por ser de filosofía pura, también como yo: ni Barthes, ni Baudrillard, ni Bachelard, ni otros existirían si no los hubiera citado Cueto. Los inventó para sus columnas de Triunfo y de El País, en especial, en el que escribía sobre televisión, en apariencia, y sobre la esencia de las cosas, en realidad.

Llegamos a San Cugat y le entrevistamos en un bosque mediterráneo convertido en asturiano merced a una máquina pestilente que producía falsa niebla. Después, en plató, su contra era Ana María Matute: descubrieron allí sentados, antes de empezar el falso directo, que eran parientes.

Por cierto, desde entonces no he dejado de desayunar Coca-Cola, light, eso sí.