Crisis es una palabra que griega que suena a cristales rotos. Cuando la roña motivacional añade que crisis también significa oportunidad me parece chino. Con todo, los dos significados tienen mucho sentido. Sugieren a una persona ante un escaparate roto y nadie más alrededor. Ese individuo puede pensar en que habrá que arreglar la luna rota o saquear el escaparate. Artur Mas es un hombre de este tiempo, más oportunista que crítico: esto viene así, aprovecha. No se preocupó por la cristalera. Vio la rotura, se lanzó a derribar sin cuidado y sus tajantes medidas de austeridad hicieron cortes y clavaron cristales a muchos de sus conciudadanos. Abierto el paso y pisando cristales con bota de demoledor, fue a por el contenido de la tienda.

Que no le haya salido como quería y ahora la tienda esté llena de gente arramblando lo que puede, en un ambiente embarullado y brusco, no quiere decir que las cosas estén mejor que antes de su acción para convertir una crisis en una oportunidad, un cristal roto en un negocio particular. Una parte muy significativa de Cataluña sigue deseando la independencia y tiene a favor dos cosas: nunca como ahora la sociedad ha tenido los mecanismos y el conocimiento de las instrucciones que manejan el deseo, sobre todo cuando se hace en el ambiente propicio de un invernadero de orgullo nacionalista regado por la gota china del agravio y del expolio. Esto tiene mal arreglo para quienes sólo ven el estropicio: Mas ha perdido pero Cataluña no ha dejado de ser nacionalista.

(Nota: Cataluña no ha dejado de ser nacionalista pero España sí ha dejado de ser católica. Mucho se habló durante la campaña del "mesiánico" Mas que llevaba a su pueblo a la tierra prometida de la independencia. El del éxodo, el desierto y las tablas de la ley fue Moisés. El Mesías, el ungido, era el Esperado, Jesús. Vaya, que Mas era Charlton Heston, no Ted Neeley).