El resultado de las elecciones catalanas nos obligan a profundas reflexiones. Las elecciones del pasado 25 de noviembre añaden una grave crisis para la cohesión a las ya existentes del déficit presupuestario, el paro, el estado de las autonomías, la sanidad, la educación, la justicia, la administración local, y algunas más.

Las petición que Artur Mas hizo al pueblo catalán por una mayoría cualificada para seguir una política conducente a un estado independiente, le ha fallado. La mayoría en el parlamento de Cataluña exige 68 escaños, si se quiere una mayoría cualificada hacen falta muchos más escaños. Mas convocó las elecciones con 62 diputados, y solo obtuvo 50 escaños. Aunque siendo CiU el partido más votado, ha sufrido un serio retroceso en solo dos años, un 19'35 % menos de escaños.

En CiU existe un núcleo duro independentista formado, como ha señalado Ignacio Camacho, por Germán Godó, secretario de Gobierno; Francesc Quico Homs, portavoz del Gabinete; Felipe Puig, consejero de Gobernación; David Madí, consultor privado y Oriol Pujol (hijo de Jordi) y auténtico poder en CiU. Este núcleo duro presiona para que se siga una deriva independentista.

Hay a mi juicio en la lectura electoral catalana dos malas noticias: El ascenso de ERC (Ezquerra Republicana de Cataluña) que subió de 10 a 21 diputados y el descenso del PSC/PSOE, un partido nacional moderado, de 28 a 20 escaños. ERC es un partido radical de izquierdas e independentista, y el PSC/PSOE un partido nacional moderado que a mi juicio debe abandonar la senda federalista ya que no debemos saltar a nuevos planteamientos en la configuración del Estado tan sólo 36 años después de haberse aprobado la Constitución vigente de 1978, que nos ha proporcionado a los españoles un gran avance en todos los frentes. Si debemos corregir muchos y graves excesos del Estado de la Autonomías.

Ciutadans pasa de 3 a 9 escaños. Tiene un discurso claro e integrador. Su dirigente, Artur Rivera, es un joven con poder de comunicación, claridad y sentido común.

El PP catalán ha subido un escaño. No es un buen resultado, pero hay que tener presente que es el mejor resultado de su historia.

Entiendo que Artur Mas hizo una lectura equivocada de la Diada. Entre los presentes había muchos descontentos con la situación económica, las medidas de ajuste y el paro.

CIU ha sido siempre un partido de centro derecha, pragmático, con el independentismo en su juego político no como meta, sino como baza negociadora.

La Constitución Española en su redacción contó con dos catalanes representativos, Jordi Solé Tura, por el Partido Comunista, y Miguel Roca por CiU, siendo acogida mayoritariamente por el pueblo catalán, con una participación en Cataluña en el Referéndum de ratificación de aquella del 67,91%, y con el 90,46% de los votos a favor, y un 4,97% de votos en contra, frente a una participación nacional del 67,11%, y el 87,87% de votos a favor, y estableciendo un marco legal y democrático para todos. No puede ninguna formación política que se titule democrática acudir a la vía independentista fuera de las normas establecidas en la Constitución. Siempre en los periodos de crisis económica afloran nacionalismos que se fundamentan en supuestos victimismos, pero en el fondo siempre insolidarios.

En la última campaña electoral los mítines de Artur Mas eran monólogos en los que asumía el papel del pueblo catalán, haciendo preguntas y contestándolas él mismo. Todos los males de Cataluña desaparecerían con la independencia, y el pueblo catalán llegaría al paraíso conducido por su mesías, Artur Mas. Dijo muchas mentiras y ocultó muchas verdades.

CiU cuenta con la Administración Autonómica y con muchas actuaciones contrarias al ordenamiento jurídico vigente, con la Televisión autonómica, y otras formas de presión en favor del catalanismo independentista.

El Gobierno de España debe de hacer llegar al pueblo catalán y al del resto de España los datos trimestrales de la contabilidad nacional que reflejen de forma comprensiva para el ciudadano la realidad, donde tiene que imperar la solidaridad y la unidad del mercado. Así todo irá a su sitio.

Esta campaña con su tono independentista ha hecho daño a España, pero más daño ha hecho a Cataluña. Se ha creado un estado de inseguridad jurídica nada deseable para un inversor.

El mapa político de Cataluña es complicado, con siete partidos en el arco parlamentario, ninguno con mayoría absoluta, pero con predominio independentista, aunque sumando fuerzas políticas contrapuestas.

La unidad de España, frente a la posible deriva independentista catalana, se presenta con complicaciones que parecen acercarnos a la situación imperante a principios del siglo XX. Al igual que entonces existen muchos problemas de Estado que son necesarios resolver con carácter apremiante, pero tras la dura lección aprendida el diálogo político debe imponerse como mecanismo de solución de problemas.

La necesidad de acabar con el paro, que alcanza ya a un 25% de la población activa, y aún mayor el paro juvenil, todo ello con los dramas humanos que conlleva.

La necesidad de contener el déficit estructural y presupuestario con la necesidad de definir el estado del bienestar que podemos pagarnos los españoles.

La necesidad de adecuar el Estado de las Autonomías a la realidad económica, la reducción de municipios (más de 8.000) y de diputaciones provinciales (38) y evitar los excesos del pasado.

La necesidad de recrear la unidad de mercado y terminar con la diarrea legislativa autonómica.

La necesidad de un pacto contra la corrupción con la adopción de medidas que la erradiquen mayoritariamente. La necesidad de un pacto por una reforma de la Justicia que la haga más agil en el procedimiento y sea así ejemplar en sus efectos.

La necesidad de un pacto por la educación y que no sea objeto de cambio, para que sea eficaz y salgamos del vagón de cola en las evaluaciones internacionales.

Por lo que antecede y otras materias que escapan a mi percepción, los dos grandes partidos nacionales, Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, deberían llegar a un Pacto de Estado en virtud del cual se consensúe la mayor cantidad de materias, con lo que evitaremos demagogias en la acción de gobierno.

Para el buen funcionamiento del Estado conviene una recuperación del PSOE que actualmente está en horas bajas por la mala acción de gobierno en los dos mandatos de Rodríguez Zapatero. Su crítica negativa a toda acción de gobierno le ha acarreado tres derrotas electorales recientes. Creo que con el pacto de estado propuesto ganaría credibilidad ante un sector del electorado.

Ha pasado, en los países desarrollados, el tiempo histórico de la lucha de clases, que en su momento fue necesaria y consiguió avances notables en justicia social. El momento presente exige que contemplemos los países del norte de Europa. Un denominador común en todos ellos para ser libres, prósperos y democráticos, como dice el jurista Gaspar Ariño según reseña Juan Antonio Sagardoy, está en que la buena gobernación no depende de las cualidades de las personas, sino en la calidad de las instituciones.

España está necesitada de reformas aprovechando la experiencia de estos años, el más largo periodo de paz y democracia que hemos tenido.