La muerte es un hachazo. Luis Natera fue poeta del mar, del amor, de la reflexión. Hablaba del naufragio del espíritu en estos tiempos difíciles. Un hombre tranquilo, casi místico diría yo, que nunca estuvo en primer plano de los medios informativos y sin embargo tenía estilo, depuración, calidad. Su mujer, también profesora, de Burgos, le enseñó Silos y otros regalos de la meseta. Natera nació en Las Palmas, 1950, pero vivió su infancia en Telde y en la playa de Salinetas pasaba tiempo: Te digo que en un hoyo / cabe el mar / y que no hay paraísos / salvo tú, / playa de isla / para el niño barquero. Es autor de libros de poesía y de algunos ensayos literarios. Licenciado en Filosofía y Letras por Salamanca, fue profesor ayudante de Español en el Liceo Louis le Grand de París. Aquí ejercía su profesión como catedrático de francés. Por Puerto de Silencio obtuvo el Premio del XXI Concurso de Poesía, San Lesmes, de Burgos. Posteriormente fue galardonado con el Tomás Morales de Poesía 1994, por Agrimensores de la bruma. Casualmente, tuve la ocasión de ser jurado en aquella convocatoria, y he de añadir que por unanimidad reconocimos todos la calidad del libro, un texto deslumbrante en el que hablaba de la playa de Salinetas, el sol, la infancia. El insular ante el mar. También le fue concedido un accésit en el Premio de Poesía Ciudad de Las Palmas por el poemario Las horas del Ángel. Otras de sus obras son Únicamente el Alba, Conversación con mi hijo, Memoria del dolor. Dirigió durante años la revista Cendro, y ha colaborado en radio, prensa y eventos culturales. Ha sido finalista en dos ocasiones del Premio Internacional de Poesía Fernando Rielo, por sus libros En el revés del dios, y El abrazo del aire. El lugar del náufrago es su publicación más reciente. Trabajos literarios todavía inéditos como Canario cántico, Poemas de octubre, La voz del aire y Tejiendo sombras. Era un dinamizador cultural, un hombre generoso a la hora de apoyar a los demás. Organizaba en la Casa de la Cultura de Telde jornadas a las que me invitó más de una vez. Jesús Ruiz Mesa fue el último cronista del libro que escribió junto con Adolfo García. Volver con el ocaso / a los limos profundos, dice uno de sus extraordinarios poemas. Se van los mejores. Generoso y buena gente: te echaremos en falta.