Dos de los desafíos más apremiantes a que se enfrenta el mundo son la erradicación de la pobreza y garantizar que la prosperidad y el bienestar sean sostenibles. Aún hay cerca de 1.300 millones de personas que continúan viviendo en condiciones extremas de pobreza y son muchas más las que no ven cubiertas sus necesidades de desarrollo humano.

Dos tercios de los servicios que proporciona la naturaleza como tierras fértiles o aire y agua puros están en declive y el cambio climático y la pérdida de biodiversidad están cerca de los límites más allá de los cuales los efectos para la humanidad y el medio ambiente son irreversibles.

Estos retos son universales y están interrelacionados, por lo que deben ser abordados conjuntamente por todos los países. No basta con enfrentarse a ellos por separado, se requiere un marco político unificado. Tal marco político general es necesario para marcar un camino que lleve de la pobreza a la prosperidad y el bienestar a todos los pueblos y países, con un progreso que se mantenga dentro de los límites del planeta. Además, debe estar estrechamente vinculado a cuestiones como la gobernanza, los derechos humanos y la paz y la seguridad, condiciones necesarias para el progreso.

El número de personas que viven en países con situaciones graves de conflicto político, violencia armada, inseguridad o fragilidad se calcula en 1.500 millones.

En otoño de 2013, las Naciones Unidas celebrarán un acto para hacer balance de los esfuerzos realizados por alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), estudiar formas de acelerar los avances hasta 2015 y empezar a intercambiar pareceres sobre cómo podría darse continuidad a los ODM tras el año de referencia de 2015.

En los últimos años, el mundo ha registrado enormes cambios como grandes alteraciones producidas en el equilibrio económico y político mundial, el incremento del comercio mundial, el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales, el cambio tecnológico, la crisis económica y financiera, el aumento del consumo de energía, los cambios demográficos y migratorios, la violencia y los conflictos armados, las catástrofes naturales y de origen humano y el aumento de la desigualdad. También han surgido nuevos actores en la escena mundial como el sector privado y otros agentes no gubernamentales. El desempleo continúa siendo un problema mundial. Alrededor de 200 millones de personas carecen de empleo, entre ellos 75 millones de jóvenes. Las tasas de participación de las mujeres en el mercado laboral suelen mantenerse en niveles bajos y los servicios sociales siguen siendo limitados. Además, alrededor de 621 millones de jóvenes de todo el mundo no están escolarizados, no reciben formación y no buscan trabajo, con el consiguiente riesgo de exclusión permanente del mercado laboral. La mayoría de la población pobre de los países en desarrollo se dedica a la agricultura minifundista o trabajan por cuenta propia. Muchos de los pobres de estos países trabajan en condiciones peligrosas y no ven respetados sus derechos fundamentales. Solo el 20% de la población mundial tiene acceso a una protección social adecuada.

Al mismo tiempo, la desigualdad interna ha aumentado en la mayor parte de los países del mundo. La mayoría de los pobres viven ahora en países de renta media, pese al rápido crecimiento de estos.

Más de 1.500 millones de personas viven en países afectados por conflictos violentos. La violencia destruye vidas y medios de subsistencia y a menudo afecta a las mujeres y a aquellos en situaciones vulnerables, como los niños y personas con discapacidad.

Los efectos de la degradación del medio ambiente y el cambio climático ya están haciéndose sentir y amenazan con anular muchos de los avances ya logrados para erradicar la pobreza; otro puede decirse de las catástrofes naturales.

El cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales y la degradación de los ecosistemas ya inciden en los medios de subsistencia, por ejemplo, aumentando la frecuencia y la intensidad de las catástrofes naturales y erosionando el capital natural y las infraestructuras. Desde 1992, las catástrofes naturales han causado daños por valor de 750.000 millones de euros y la muerte de 1,3 millones de personas.

Se estima que, para satisfacer la creciente demanda, la producción agrícola mundial tendrá que aumentar en 2050 un 60% respecto a los niveles de 2005. Dado el crecimiento urbano y demográfico, se calcula que el consumo de agua habrá aumentado un 50% en 2025, año en que aproximadamente 5.500 millones de personas, vivirán en zonas con escasez de agua.

La mala gobernanza, que incluye la falta de democracia y deficiencias en el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos, es actualmente un obstáculo para los esfuerzos por lograr la erradicación de la pobreza y un desarrollo sostenible.