En apenas horas entraremos en la denominada primavera, lo que implica, como sentenció el viejo, que ya se cagó el burro en las papas.

Si repasáramos, que casi mejor no, los acontecimientos de este invierno se podría deducir que en su miga eran más propios de una primavera, porque hay que ser muy primavera, Chano, para que un partido se deje saquear por el tesorero y ni siquiera se atreva a pronunciar su nombre. Pero este es solo un ejemplo ilustrativo sin maldad alguna, sin acritud, y desde aquí un afectuoso saludo a esas buenas gentes de Génova que denodadamente trabajan por nosotros día y noche, haga frío, calor o llueva confeti para lograr que no nos estampen un corralito chipriota al mojo cochino.

Luego si esto, y similares casos, ocurría en pleno invierno, en los próximos meses vamos a aflojarnos, muy probablemente.

Acreditados siquiatras de la Ayacata´s High School sitúan en esta terrible estación por venir profundos trastornos tanto en lo físico del individuo, que se muestran con la perturbadora segregación de fluidos propiciatorios de la melosa jacaranda (y el muy harto entretenido retozo); como en lo síquico, con la aparición de tonturas en sus dos acepciones principales: la del ay qué provocadera tengo, tú, provocada por la astenia y el bajón de endorfinas; y la bobería propiamente dicha, también expresada con el muy ancestral ella hoy no está muy buena del moño, Pinito.

Cuando estas lunáticas circunstancias inciden en la población con virulencia los resultados suelen ser catastróficos, porque las personas no están en lo suyo. Están bobiando, como se ha dicho, y la propia naturaleza nos enseña con generosidad que no hay mejor forma de coger un conejo que de repente encandilarlo.

Y vive Tenesor que hoy se necesita estar más alerta que nunca, inglés, porque si en frío no están dando por todos y cada uno de nuestros lados, ahora que viene lo caliente conviene hacer un llamado urgente a la población para supervitaminarse, colocar nuestras orejas en modo erizado y el chasis fijo tieso como una vela. Así lo que haga falta hasta que esto pase.