Todas las comunidades se fundamentan en principios ideológicos que las definen e identifican en la historia. Los aspectos básicos del cristianismo son, en síntesis, el amor al prójimo, la atención a los pobres y desfavorecidos, la solidaridad, la humildad y la sencillez ("sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas"), y todo lo que Francisco, Papa, ha venido a desempolvar con sus gestos desde que hubo fumata blanca en el Vaticano.

Aquí comienza su viaje. Pero se ha hecho tanto énfasis en estos rasgos esenciales en la figura del Pontífice, que cada vez que se subrayan se abre más la fosa que lo separan de sus predecesores. Y esto es positivo porque, aparte de los gestos, el camino queda abierto a acciones renovadoras. La Iglesia ejerce una honda influencia social y cultural en nuestro mundo, y ninguna corriente ideológica ha dejado de analizar el actual acontecimiento histórico.

Podemos concluir que casi todas las voces apuntan a que la auténtica renovación de la milenaria institución pasa tanto por jugadas de largo alcance (integración de la mujer en el ministerio pastoral, reconsideración del celibato, tolerancia cero con la pederastia, distanciamiento de los poderes político y económico€), como en el regate próximo (renovación en la gestión episcopal y parroquial, mejora en la formación continua del clero que, sin dejar de lado los fundamentos de la fe, no excluya conocimientos de ciencia, antropología y sociología). Y que la humildad obedezca a su verdadera etimología.

El obispo Pildain, pobre y humilde, no cejaba al advertir a sus sacerdotes que evitaran el culto a la personalidad, fácil deriva del oficio pastoral. Sin embargo, con el paso de los años, y en fechas no lejanas, algunos administradores parroquiales obviaron sus recomendaciones y se autoalabaron, desde una egolatría sin pudor, erigiéndose de manera sorpresiva y sin marco democrático, bien estatuas en plazas públicas o placas nominativas en los propios templos, que no dejan de constituir un atentado al patrimonio y a la memoria histórica de las comunidades. Bienvenidos los nuevos gestos pero que conduzcan a una sincera renovación.