En este tiempo de crisis es conveniente traer a cuento alguna de las grandes personalidades que pretendieron adelantar a nuestras islas. Traigo hoy a un hombre clarividente: Bernardino Correa Viera (1906-1972).

Cuando mi familia se trasladó a Madrid, mi hermano Juan Luis coincidió en la facultad de Derecho con Bernardino y era muy frecuente que viniera entonces a nuestra casa en Príncipe de Vergara, 31. Yo y mis pequeños hermanos le adorábamos, tanto que le llamábamos tío Nino.

Pues bien. De la ingente y variada labor de este personaje, solo citaré dos hoy de sus muy variadas aportaciones. Una conferencia, Las Canarias insulares y continentales, que brindó el 27 de mayo de 1943 a los alumnos del Colegio Mayor Jiménez de Cisneros y la carta dirigida al Excmo. Sr. Don Luis Carrero Blanco, el 31 de agosto de 1970, publicada ocho años más tarde, un 24 de abril en El Eco de Canarias.

En el primero expone un insuperable servicio por lo que tocaba entonces a las relaciones y fructífero futuro entre Canarias y las tierras entonces de Ifni y el Sáhara. Si se le hubiera seguido, hoy sería un amplio territorio agrario de regadío, industrial y pesquero. Lamentablemente de su desarrollo nada se intentó. Hoy más que ayudarnos a los grancanarios nos ofrecen inconvenientes.

Aunque su lectura es deslumbrante, solo aprovecho de la conferencia algunos puntos. Llama la atención su concepción sobre el atlantismo ya en 1943. Por ejemplo reza: "Mientras nos afanábamos en comprender el gran Océano nos dimos cuenta que él es nuestro escenario histórico y que es más lo mirábamos, y teníamos conciencia de su unidad escénica; lo que permitió la obra americana de occidente y es lógico que pretendiéramos el oriente de las mismas: la costa africana".

Es concepción de un pletórico atlantismo, que cuanto "al olvidar el papel propiamente del Atlántico en nuestra vida y perder su ilusión del conjunto, se inició nuestra decadencia"; o sea, "perdimos la conciencia del gran Océano... que evocaba nuestra grandeza".

Margino el resto de la conferencia, pues la dirige al escenario oriental del Atlántico: Canarias y la frontera del Sáhara. Si bien hace su historia desde los Reyes Católicos, para trazar la situación del momento con nuestra presencia en el Sáhara e Ifni, en especial, pues cita de paso las posesiones de Guinea.

Lo interesante de su futuro lo diseña con acierto convincente. Propone instaurar en su seca tierra una variada producción agropecuaria, pues afirma que en su subsuelo se encuentran grandes cantidades de agua. En segundo, una pesca modélicamente modernizada, que nos llevaría muy lejos. Finalmente, instalaciones industriales de las que ya hay un ejemplar que tienen un porvenir importante. Realizadas estas tareas, afirma que llevaría a Gran Canaria muy lejos. Y yo me pregunto ahora: ¿cuál sería nuestro futuro pudiendo exportar una cantidad grande de petróleo?

Marginemos, a la vista del desastre, la amplia exposición, pues desgraciadamente, la pérdida atlantista se ha reducido a la línea media entre Canarias y la costa africana, para saltar a la carta que el 31 de agosto de 1970 dirigió Correa al entonces potente político don Luis Carrero Blanco.

Extensa carta en la que le plantea la difícil situación que padecen las Canarias y las soluciones para una feliz recuperación. Problemas que ya fueron planteados años antes a sus amigos Juan Fontán Lobo y el "gran caballero" general García Escámez, que tanto hicieron por las Islas.

El primer problema que presenta es el del Centralismo vigente, "la más peligrosa amenaza para la buena conveniencia con el resto de España". Sobre todo por lo que toca a la economía. Estas son diferentes en razón de la posición atlántica de las Canarias, por su atlanticidad; concepto que no entiende la burocracia ministerial, "que van fijándose en las Islas una insatisfacción creciente y angustiada". Incluso menciona el centralismo, que ha suscitado en algunos jóvenes el ideal de una independencia, que hay que evitar por todos los medios".

Como es lógico del centralismo pasa los Puertos francos y el Régimen Económico Fiscal. Las franquicias portuarias "servirán como un privilegio y por una u otra razón se les van asestando golpes que las van inutilizando". Sin pensar "que ahí se forjan los precios que hacen posible la vida de aquellas personas". Lección que han llevado al desastre nuestros políticos al recibir la autonomía democrática, colocándonos a la cola de España.

El clarividente don Bernardino valora el resultado del Régimen Económico Fiscal, cuando las discusiones institucionales insulares acabaron tras dos años la labor puramente fiscal, abandonando el económico y administrativo, "que es como se puede determinar la fiscalidad de las fuentes de riqueza de las Islas... e incluso el grado de descentralización a que es obligado a llevar a la España transmarina para que puedan beneficiar a la totalidad de su potencial económico".

Por lo que toca al manifiesto oficial de los insulares atlántico "no llegamos a la renta media per cápita de España, que explica con la siguiente lección: "Nuestra historia contemporánea parte del año 1852 y concretamente el Real Decreto de 11 de julio en que se establecieron los Puertos Francos". Trae a cuento la situación que describe don Juan Bravo Murillo de la paupérrima hambruna que venían padeciendo sus habitantes frente a la situación actual, gracias a que

"Día a día, hora a hora, hemos ensanchado el espacio total. De un pueblo de braceros emigrantes nos hemos transformado hace un año, en un pueblo que recibe inmigración de técnicos y mano de obra especializada".

Antes de entrar en la economía, da cuenta de la pesca que alaba y centro de faenas internacionales. Aunque sus barcos no alcancen a muchos extranjeros, que acuden al puerto de Gran Canaria y "la han convertido en la Terra Nova del Este del Atlántico", es imprescindible no solo modernizar las embarcaciones, sino rematar las obras portuarias en marcha, y al tiempo las explanadas, pues el Puerto de la Luz está llamado el centro obligado en las rutas crecientes entre Norteamérica y África y Europa con América del Sur.

Por lo que toca a la Economía, aunque a pesar de las crisis durante los 64 años de don Bernardino la población grancanaria pasó de cuarenta y ocho mil a las trescientas mil habitantes. Sin embargo, las islas sufrieron dos crisis importantes, dado que en los dos regímenes de la Economía, peninsular y atlántica reinaba la peseta, cuando se presentaron dificultades, el perjuicio lo sufrió la nuestra. Cita el caso de perder la base de intercambios de la moneda mundial en Tánger. Razón, aquí fue instalado en lugar de un Delegado del Instituto de Moneda Extranjera, un delegado del Ministerio de Hacienda.

Todavía, continua, la situación empeoró durante la posguerra, en que el producto de nuestras exportaciones, las divisas, libras vitales para la importación de todo lo vitalmente necesario, sufrieron una retención del cincuenta por ciento, con las consecuencias consiguientes. Situación que suscitó el resentimiento, "las murmuraciones por lo bajo" Y aún la dependencia en los intereses peninsulares produce la retención de un 20%, que produce "en el archipiélago solo ha servido para alzar los precios y restar posibilidad de vida de los naturales como de los turistas y disminuir el comercio invisible que se practica en los grandes puertos atlánticos..." En cuanto al tema de las inversiones, Bernardino Correa asevera que "el canario sabe que el control remoto y centralizado de su economía en manos de los que no las estructuraron y formaron, pueden entornar la puerta del turismo, detener el crecimiento del comercio, de las peculiaridades industrial alejan el flujo de barcos de nuestras estaciones de servicio del océano Atlántico".

Como es natural no deja don Bernardino de aludir al tema del Sáhara, que una veintena de años analizó con su conferencia España y el Atlántico, las Canarias Insulares y Continentales. Vuelve sobre lo que presentó y ahora alude, por la proximidad a su pérdida definitiva.

Por último y por lo que se refiere a la financiación, tras dejar claro que las islas mediante un sistema propio, en el que el sistema bancario era de quienes compraban nuestros productos, Canarias no tuvo banco peninsular hasta 1921 en que se estableció en Banco Hispano Americano.

En una palabra, manifiesta, las Islas contaban con un sistema propio de financiación de su desarrollo, que en líneas generales perduró hasta el Movimiento. Las exigencias de la dirección monetaria, provocadas por la penuria de divisas que tuvo nuestra patria fue la causa del cambio financiero". Propone como solución el estudio para aclarar "los datos globales concernientes a réditos y para lo que se da a las Islas y lo que se recibe de ellas pues en caso contrario las Islas Canarias se convertirían más vulnerables de lo que hoy son!".

Bernardino Correa fue un genial maestro, lamentablemente olvidado, cuando sus lecciones pudieron ser aprovechadas, tanto por políticos de nuestro actual régimen, que nos han llevado a la crisis que padecemos, con el paro más alto y los precios más rotundos de España.