Netanyahu se va de gira por Asia dejando en la región del Creciente fértil una declaración de guerra a cuenta de sus ataques a la vecina Siria, en esta ocasión en el mismísimo centro de Damasco: ¿Es acaso ilusorio pensar en un ataque aéreo contra el centro de Tel-Aviv? ¿Cómo reaccionaría la comunidad internacional ante esta hipotética agresión? Indefectiblemente hay dos varas de medir para Israel y la ONU. El estado judío persigue como a ciervo herido el daño que le hacen, el que le harán o el que le hicieron. Porque Israel convierte su seguridad en obsesión y esta obsesión no le permite ocuparse de otras cosas, como la política exterior que en los últimos tiempos ha reconducido a la senda correcta con Turquía o Egipto.

Esta injerencia en la guerra civil Siria, aunque se publiciten los ataques defensivos y preventivos, es una vuelta de tuerca más que no hace sino aumentar el clima bélico de la zona. Y es una zona débil en muchos aspectos, sobre todo militar y políticamente, con el Líbano internamente atomizado, inestable y de difícil convivencia entre las distintas culturas que han convivido en el país más o menos pacíficamente hasta que alguien encienda un fósforo y se pegue fuego toda la región.

Y esto es lo que está a punto de pasar: Israel sabe que no está solo, que los EEUU están con el estado de Israel y que por eso el primer ministro se va de negocios a China, porque tiene la retaguardia a salvo.

Pero el verdadero objetivo de Israel es el régimen teocrático de Irán por su connivencia con el movimiento Hezbolá que cogobierna en Líbano y que demostró en la última guerra su poder ofensivo, militar y táctico. Si el gobierno de Estados Unidos consiente que este ataque quede solo en la memoria de los sirios y no advierte a Israel que calcule mejor sus movimientos, es posible que se vea abocado a otra intervención militar de consecuencias imprevisibles.

A la espera de que se pronuncie la ONU, la convocatoria urgente del Consejo de Seguridad pedida por la Liga Árabe, es probable que todo quede como hasta la fecha en palabras sin actos. O lo que es lo mismo la seguridad de Israel está por encima de la comunidad internacional. Por ahora quieren obstaculizar las amenazas que presienten en el aire: que los misiles no los reciba Hezbolá, que Siria detenga los ataques con armas químicas y que Irán no siga enriqueciendo uranio para fines científicos. En esta última cuestión los más obsesionados pueden llegar a ver el final del estado de Israel.