Uno llegó a pensar que el fenómeno de la telebasura iba a ser pasajero, que las nuevas generaciones, con mejor formación, acabarían con él en un santiamén. Creía que era cuestión de tiempo y más temprano que tarde acabaría por imponerse la calidad a la chabacanería, el sentido crítico a la vulgaridad. La realidad ha sido diferente: se ha impuesto una televisión de consumo zafio, salvo honrosas excepciones. Groucho Marx afirmó en los años cincuenta que su cultura iba progresando gracias a que la pésima programación televisiva lo obligaba a leer libros. Cuando el más Marx de los hermanos Marx, como lo calificó Vázquez Montalbán, escribió esta frase triunfaban en los canales de EEUU los reality shows, aunque nunca llegaron a la grosería de que hacen gala algunos programas televisivos. ¿Por qué ha llegado la sociedad española a este estado de ordinariez? Es posible que la aparición con cierto retraso de los mass media audiovisuales haya tenido algo que ver. Sin olvidar que los intereses que laten detrás de este tipo de programas y de todo lo que implican, manejan con mucha eficacia lagunas que dejó sin cubrir el salto de la dictadura a la democracia y a lo que llaman sociedad del bienestar. Un grupo de expertos de la Universidad de Bellaterra estudiaron el fenómeno de la audiencia de la telenovela basura latinoamericana y concluyeron que satisfacía un reclamo de los baches culturales que no se cubren por decreto. Hacer del chisme vulgar de patio de porteras un reclamo, convertir a gente marginal -que no lo son, no importa los medios de vida que tengan o se apañen- en motivo de atención masiva con el truco del entretenimiento, como si toda España estuviera aburrida, es algo más que vergonzoso. Los que vivimos muy jóvenes la transición española nunca imaginamos que nos encontraríamos una buena parte de nuestra televisión repleta de contenidos basura como papilla para mentalidades enfermas, las que ya lo están y las que se contaminan con esas sobredosis de vulgaridad. Nos queda el consuelo de que los arquetipos falsos de esa telebasura no representan a España, sino que es un triste apéndice de su historia.