En Hormigaz, una película de animación realizada por ordenador en 1998, Z es una hormiga neurótica e insegura (a la que Woody Allen le pone voz) que forma parte de una colonia de millones de hormigas en la que nació siendo un obrero y se queja constantemente de su labor. Se siente inútil e insignificante. Su psicoterapeuta le dice que tiene que dar un paso importante. La neurosis de Z es la trama que sirve de argumento a la película, en la que sus creadores ponen el dedo en la actual incertidumbre en Occidente sobre el lugar del individuo en una sociedad capitalista avanzada.

El libro Hormiga de la profesora británica Charlotte Sleigh muestra a las hormigas como unas criaturas fascinantes. Con formas y tamaños variables, tienen el cerebro más grande de entre los insectos. Desde la Antigüedad, las hormigas han sido consideradas el súmmum: el insecto más listo, el más organizado, el más trabajador, el más numeroso, el más cooperativo. La comunicación a través del tacto y el olfato es crucial para el comportamiento organizado de las hormigas. Cuando se sienten amenazadas expulsan ácido fórmico, una especie de veneno que da un olor parecido al de la orina. Si las hormigas fueran del tamaño de las ovejas gobernarían el planeta. Se ha cifrado su número de especies en 11.000, su población en diez mil billones, y todas juntas pesan la mitad de la masa de todos los insectos existentes, tanto como la actual población humana.

Desde siglos, los mirmecólogos (quienes estudian las hormigas) han asociado determinados valores a las hormigas. Pero la sociedad formicante (del latín formicidae) es muy diferente de la sociedad humana. Observar una sola hormiga jamás nos descubrirá nada sobre la organización de la totalidad del hormiguero. Las hormigas que vemos son hembras obreras estériles. Las tareas de las obreras son diversas: mantenimiento, nodrizas, patrulleras, soldado, proveedoras, cortadoras de hoja, cosecheras, etc. Los mirmecólogos han descubierto que las hormigas también alternan ciclos de actividad e inactividad. Un hormiguero puede superar los dos millones de integrantes. A su lado, Madrid o Barcelona son unos pueblos. Dentro de un hormiguero hay diferenciación sexual entre machos y hembras. En algún momento, las hormigas levantan el vuelo y se aparean: la mayoría serán devoradas por pájaros y los machos no tienen ninguna función en la colonia más allá de su breve periodo de fertilización. Unas pocas hembras fecundadas regresan al suelo para fundar nuevas colonias poniendo su primer grupo de huevos. La colonia durará unos cinco a veinte años, el tiempo de vida de la reina. Cuando la reina muere, la colonia decae hasta la desaparición de la última obrera.

Las hormigas marchan en una organización tan asombrosa e infatigable que los ejércitos de la Antigua Grecia vieron en ellas las cualidades más ejemplares. Otros ven en las hormigas el poder de la masa de individuos insignificantes, el paradigma del poder colectivo como fuente de esperanza para los débiles y oprimidos. Como colectivo, las hormigas representan muy bien el papel del pequeño contra el grande, David contra Goliat. La hormiga es ejemplo de virtud en las fábulas de Esopo y de La Fontaine o en el modelo de organización social de Darwin. Sin embargo, a principios del XX, relatos de ciencia-ficción exageraron las hormigas como un peligro al personificar en ellas las amenazas de la época. Muchos de esos relatos inspiraron cómics y películas en los que las hormigas son representadas como monstruos estremecedores.

A pesar que no sentimos las aversiones que nos causan muchos otros insectos, la hormiga se ha convertido en una metáfora de la incomodidad ante lo ajeno. En la economía global, si antes definíamos a los japoneses como hormigas, ahora es China la "nación de hormigas". La tecnocracia del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europeo que nos gobierna está imponiendo en Occidente las leyes y hábitos extranjeros de las "hormigas asiáticas", dictando que debemos cambiar como sociedad para competir en mejores condiciones que los chinos y japoneses. Está de moda entre los científicos basar sus trabajos sobre inteligencia artificial en modelos orgánicos donde la hormiga-maquina es el modelo a imitar. La película Metrópolis de 1927 dirigida por Fritz Lang aborda desde un ángulo político la mecanización de los humanos mostrando la vida humana como un infierno subterráneo y formicante, una premonición del destino que nos aguarda si las democracias son suplantadas por "moneycracias" a favor de los intereses de los especuladores financieros y contra los intereses de las masas explotadas.

La conclusión de Z al final de la película Hormigaz es muy decepcionante. Con el perfil de Nueva York de fondo, Z se da cuenta que, tras tantas luchas por cambiar la estructura social, el lugar en el que se encuentra es justo el lugar donde empezó. La diferencia es que ahora se ha disciplinado y acepta las ataduras sociales de la flexibilidad laboral como norma. Buen día y hasta luego.