En el librito Breve Reseña Histórica de Las Palmas de Gran Canaria ya la señalo como: la de José Flores, el Losero, marinero de profesión y único pescador de ballenas "diplomado"

En rutinaria y documentada lectura en El Marqués de Branciforte Gran Canaria 1945 por Néstor Álamo, amplío y transmito el conocimiento de un congénere nuestro que como canario nos orgullece, pues éste exponía su vida en bien de la sociedad en la que le tocó vivir, logrando testimoniar su existencia, al rotulársele con sus señas la calle en donde vivió. Escribe don Néstor: "Se contaba con la visita anual que a las ´calmas´ -costas de Juan Grande, Arguineguín, etc.- , hacían por los meses de abril a junio las alegres tropas, retozonas y enceladas, de los olímpicos cetáceos. Allí jugaban al amor sin azar, pues poco era lo que significaba el esfuerzo arponeador del famoso José Flores, el Losero, que vivía por la ribera de Triana, en el callejón de su nombre, único pescador de ballenas "diplomado" con que contaban las Islas. Sus hazañas, contadas con el aire de misterio tenían como complemento único un bote sin defensa: su arpón, su cuchillo y sus dotes de valor inmensurable.

A este héroe, popular y bienquisto al tiempo pomposo y cerril, fue a quien la Económica le encomendó la empresa.

Se organizó una expedición, en la que tomaba parte el "Mestre" Juan Lorenzo, dueño de tres bergantincillos de mala muerte. Salió de sus reales -varadero de San Telmo-, la flotilla, en 22 de abril. Con su valor de siempre, el Losero arponeó una ballena que, bordeando la costa, fue a dar a Arguineguín. Allá se enrocó y, quebrando el calabrote, pudo huir, llevándose el arpón clavado. Para colmo de males, se levanta el alboroto de un fuerte viento con marejada, y a su cobijo, escaparon las ballenas. A reemprender la empresa en Arguineguín, el Losero logró arponear un ballenato, pero éste también pudo sacudir el dardo de muerte.

Al siguiente marzo, nadaban, triscaban y amaban por las azules aguas del Sur, trece ballenas. Se hizo a la vela en la madrugada del 22. Y el 27 arponeó Flores a corta distancia de la orilla, y como a media liña de fondo, una enorme ballena. En su huida salvaje, el animal herido se llevó seiscientas brazas largas de cable. Más de dos horas duró la persecución. Tan desaforados y violentos remolinos levantó para zafarse, que pudo quebrar la cuerda y se alejó, en olas de sangre, bordeando la orilla.

El 2 de abril, era esta de ahora una ballena madre, con dos ballenatos a los flancos. Acometióla Flores con frío arrojo. Entabla combate terrible con la madre que defiende desesperada sus crías. La madre enloquecida, frenética, se arroja contra el barco que casi logra volcar. Pero todo es inútil. Al fin cerca de la orilla es casado uno de los cachorros. La madre y el otro huyen, en un horizonte de sangre€.

Sale al instante, tan pronto ha repuesto sus fuerzas. A cosa de media hora de vela logra alcanzar al ballenato. Sin material casi, con peligro absoluto de la vida, lo captura. La madre, enloquecida, toma con más furia aún la defensa del hijo que le queda. Pero vence el Losero. Cada uno de los cachorros medía unos veinticuatro pies de largo y cinco de alto.

Como premio a esta labor sobrehumana. La Real Sociedad nombra a Flores Socio de Mérito, libre de contribuciones. Y acuerda dar parte al Rey, por medio del Ministro Floridablanca, del "comienzo organizado que por su iniciativa" había tenido la pesca de la ballena en Gran Canaria".

La limitación de espacio nos ha obligado a reducir parte del texto original.