Es igual de absurdo equiparar la asignatura de religión a las matemáticas con que los católicos tengan un Estado con ministros, diplomáticos, servicio secreto, banca oficial y hasta una guardia de carácter militar.

Esta contradicción es reflejo de la existencia de una Iglesia oficial, que aquí representa Rouco Varela, y una Iglesia real, con miles de creyentes que están en las antípodas de lo que se cuece en el Vaticano entre los mármoles de Bernini. Entre una iglesia y otra hay un abismo, el mismo que existe entre un purpurado de la Curia y un misionero que desempeña su labor humanitaria en el corazón de África.

Todo esto viene a cuento porque en la reforma educativa que ha puesto sobre la mesa el Gobierno del Partido Popular, la llamada ley Wert, se pretende que la asignatura de religión sea preferente e incluso pueda puntuar para las becas de los alumnos, cuando ya creíamos que la laicidad de la enseñanza pública en España era una cuestión superada.

Y todo por la presión paranoica de la Conferencia Episcopal sobre los legisladores, como si la religión no fuera una opción cuya práctica se elige libremente y no pueda ser impuesta por decreto. Porque un dios, como dice Juan José Millás, que necesita puntuar para la nota media tanto como el Teorema de Pitágoras, es un dios con la autoestima por los suelos.

Pero hay más. Uno: la última encuesta de Metroscopia es concluyente, pues un 70% de los españoles está en contra de que la religión sea asignatura preferente y solo un 27% está a favor. Dos: en el barómetro del CIS del mes de enero un 73% de los españoles se define como católico; sin embargo, a la pregunta sobre la frecuencia que acude a los actos religiosos, el 58% afirma que no asiste casi nunca, el 16% que varias veces al año y un 13% va a misa todos los domingos.

Esta es la realidad, tan diferente a la que nos quieren imponer Gobierno y obispos. Quien debería reflexionar y corregir su rumbo es la propia Iglesia en España. Porque de seguir así la tendencia, los actos religiosos de los católicos van a tener que ser incluidos en el ramo de hostelería porque los templos solo se llenan con bodas, bautizos y comuniones.