El Ayuntamiento de la capital grancanaria anda preocupado por devolver al parque de Santa Catalina una imagen más en consonancia con lo que ha sido su tradición como antigua puerta de la ciudad, abierta al mar que tanto sabe de hechos y gestas a través del veterano muelle del mismo nombre. En este sentido hay que destacar la inquietud del concejal Pablo Barbero, un profesional del turismo que ha visto que hay que dar un profundo cambio a la zona en consonancia con esa ma-sa de cruceristas que se anuncia para la inmediata temporada 2013-14.

En este sentido es muy elogiosa la recuperación de esa joya de la Casa del Turismo, creada por el arquitecto Miguel Martín-Fernández de la Torre y su hermano el pintor Néstor y que de forma incomprensible estaba olvidada al destinarla a otros fines ajenos a su objetivo inicial. Pero es evidente que este importante paso debe ser un revulsivo para una ordenación total del mobiliario urbano en torno al muelle y parque de Santa Catalina y lo que ha representado en la historia del turismo en esta ciudad, con aquel esplendor que supuso el arribo masivo del turismo nórdico en la década de los años 50 del pasado siglo con los bares, restaurantes y quioscos cuyos nombres y personajes está en nuestra memoria. Fue una época dorada como la arena de la playa de Las Canteras y que de forma incomprensible fuimos abandonando en favor del sur de Gran Canaria.

Por ello revitalizar esta zona es de urgencia, pero sin prisas ni carreras, sino trazando un perfil urbano con sentido común, armonizando la zona portuaria con la ciudad, donde las señas de identidad vuelvan a tener esa imagen de una ciudad cosmopolita, abierta a todas las banderas como cantara nuestro inmortal poeta Tomás Morales, con el complemento de un buen hacer en el punto neurálgico donde late el corazón del puerto de La Luz.