Un grupo de personas de buena fe y amantes de la naturaleza ha efectuado una ´descubierta´ en el islote de Lobos para reivindicar, desde allí, la paz y la no violencia. Eso, sin duda, es muy moral y muy edificante, pero un poco falto de realismo. Hubiera sido más comprensible este gesto hacia el presunto ´militarismo´ del Estado español denunciado por el Cabildo majorero y los coros y danzas antimilitaristas, si hubiera habido algún eslogan dicho en árabe y dedicado a las zonas de donde provienen los riesgos: allí donde crece la semilla del odio del yihadismo, a quien, por cierto, estas actitudes arcangélicas y buenistas le resultan, no sé si existirá ese concepto en su lectura intransigente y fanática del Corán, tirando a frívola y excéntrica.

El periodista Carlos Sosa me preguntó en la presentación de ´Canarias: las guerras invisibles´, que qué opinaba yo de las maniobras militares en Lobos. Le contesté que según. Que si se empleara fuego real de morteros contra las lapas y mejillones, si se bombardearan las peñas, con el consiguiente daño y estrés postraumático que se provocaría a los cangrejos, que de tan asustados huirían hacia adelante; si se efectuaran operaciones de desembarco con barcazas que rompieran el marisco, si los submarinistas de la Marina colocaran minas que diezmaran a los bancos de viejas, tan abundantes, y si los soldados llevaran botas de plomo... pues, sin duda alguna, me opondría, y sería uno de los denunciantes de semejante atropello ante las altas y más severas instancias de la Unión Europea, de la OTAN y hasta del FMI. Pero los supuestos tácticos, en los ejércitos modernos de democracias de opinión pública, suelen ser respetuosos con el medio ambiente; hasta tal punto lo son que cuando se demostró que los sonares de los barcos de guerra causaban la muerte por pánico a los zifios, que desde más de mil metros de profundidad emergían sin hacer las vitales paradas de descompresión, se decretó una moratoria y zona de exclusión por parte de la Alianza Atlántica.

Los grancanarios podemos ver cómo unidades de Tierra se mueven por las cumbres y por distintas zonas de valor paisajístico o monumental... sin que se cause el menor daño al entorno; no más que el que pueden producir los senderistas o turistas, e incluso muchísimo menos que los que machacan los caminos con motos y vehículos de montaña. Recoge la información sobre la excursión pacifista al islote de Corralejo (La Oliva) que los participantes se dedicaron a retirar la basura. Desperdicios que no fueron dejados por los soldados, que no han ido, sino por los civiles, del país o extranjeros -me temo que más los primeros que los segundos- que son los que van.

Aunque el Ministerio de Defensa haya dado marcha atrás, derrotado por el populismo, sin duda sorprendido por una reacción que no está prevista en el ámbito normal de las responsabilidades ciudadanas y del sentido común europeo, eso no quiere decir que unas maniobras adecuadas al entorno sean un disparate o algo de lo que uno tenga que avergonzarse. Quizás a los responsables de Defensa les ha faltado capacidad de reacción política: explicar, si fuera necesario con anuncios y ruedas de prensa, con transparencia, esa palabra tan de moda que nadie entiende, que este tipo de ejercicios, frecuentes en Europa, no supone ningún daño ecológico; no más ni distinto que el que causen excursionistas y turistas y hasta damas de la caridad si fueran en tropel; ni por asomo igual al que la incompetencia y el relajo urbanístico de determinadas instituciones producen en el paisaje y el litoral. Fuerteventura es uno de los lugares de España con mayor número de sentencias judiciales contra edificios, turísticos o no, condenados a ser demolidos por su condición ilegalizable, aunque las administraciones, poco celosas de la ley y de sus exigencias de guardarlas y hacerlas guardar en este aspecto, contribuyan a buscar la trampa y el atajo para su legalización y la no ejecución de las sentencias. Hay vestiduras para rasgar, y hay otras vestiduras para no rasgar. Es la famosa ley del fonil. Lo ancho para mí, lo estrecho... para todo lo que huela a militar. Como si Franco no se hubiera muerto y como si las FAS no estuvieran al servicio de la democracia, subordinadas al Gobierno emanado de la soberanía popular, y no fueran una de las organizaciones nacionales más respetadas por el conjunto del país. Pero, hala, algunos políticos erre que erre crean este ´enemigo exterior´ a ver si la sociedad se olvida, sus propios paisanos, de sus verdaderos problemas. Al fin y al cabo, tanto el equivocarse como el hacer el ridículo son derechos constitucionales. Ya lo decía Einstein: "dos cosas son infinitas, el universo, y de eso no estoy muy seguro, y la estupidez humana".