Ahora mismo hay personas jóvenes junto a padres preocupados por las matrículas del año que viene. Empezaron por convertir el espacio europeo de educación en una empresa temporal de colocación con sueldos y contratos de miseria y con acceso cada vez más restringido a una enseñanza especializada.

En un momento determinado de la historia reciente, la Ilustración recogió el testigo de la moral que había estado en manos de la teología durante muchos siglos y la revolución industrial trajo también los grandes sistemas económicos que habían estado bajo el control del estado y la oligarquía. Estas reflexiones y análisis dieron frutos en una práctica más humana y menos explotadora del trabajador.

Estos sistemas macroeconómicos, la gran revolución keynesiana, se fueron aplicando en Europa tal como había predicho el economista, con la certeza de que en un mercado libre podrían desaparecer las grandes diferencias sociales que tanto sufrimiento habían causado. Aunque cada estado tiene su receta se aplicaron de modos similares: grandes convenios colectivos, patronal y sindicatos, agentes sociales y comunidad científica/educativa, tal fe aquel generoso pacto de Toledo. Siendo Toledo memoria histórica, ahora lo que prima es la improvisación, la rapidez y la amortización de la fuerza de trabajo a bajo coste.

Cuando en estos momentos algunas autonomías han abierto los colegios para que los niños y niñas coman y merienden; cuando para comprar libros y uniformes te las vez y deseas, cuando quieren introducir contratos por debajo del sueldo interprofesional y cuando Cáritas y otros centros de ayuda se llenan a la hora del almuerzo, es simplemente una barbaridad y da cuenta de la urgencia en la que estamos.

La cultura europea nunca ha ido en un solo sentido: Europa es un crisol donde se da una variedad cultural tan rica como compleja, que es como son las culturas: ni buenas ni malas, ni peores ni mejores: son y están y son habitadas y vividas por los seres humanos que la configuran junto al medio donde moran. El norte de Europa tira de una carro lleno de euros y va hacia una meta para conseguir que su cultura se enriquezca, que sea autosuficiente, que el estado deje en manos liberales la asistencia a la sociedad y seguir creciendo económicamente hasta que todos sean ricos.

La Europa del sur, culturalmente riquísima, con una forma de ver el mundo y vivir la realidad de otra forma, con unos cimientos que se agarraron a la tierra para siempre y que dio y ha dado hombres y mujeres que desde su cultura pusieron el pensamiento patas arriba, está ahora mendigando el diezmo al norte.

Hay colas en la calle para comprar calderos o sartenes a un euro; hay colas en el reparto de alimentos, hay colas en la sanidad pública, hay inmensas colas en el paro o en las oficinas de las guaguas. Y piden desde el norte que sigamos así, que no importa los que caigan que esta es una historia donde los que van quedando ayudan a otros a sobrevivir como puedan.