Mala cosa lo de ser segundón, entre otras porque ni la historia ni la sociedad al final se acuerdan de ellos a no ser para ponerte a caer de un burro.

Hace pocos días escuche a un conocido político de la reciente historia de España como presentaba unas memorias vengativas más que otra cosa, porque quien no comulgaba con él lo pone de vuelta y media.

Es gracioso ver ahora cómo se le quiere buscar explicación a todo lo que en su momento no tenía. Nadie mejor que el interesado para hablar bien de sí mismo, se podría decir, aunque sólo fuera porque nadie escribe sus memorias para ponerse a parir; dicho esto nuestro hombre se ha puesto a rajar a diestro y siniestro sin dejar títere con cabeza.

En el fondo han entrado al trapo del cotilleo donde se refleja el lamentable estado actual de la política, en la mencionada memoria de casi setecientas páginas, sólo dedica apenas media docena de ellas a la crisis, queda reflejado bastante bien la catadura del personaje en estos momentos tan delicados.

La mayor parte de todos estos despropósitos donde sólo prima el ego de cada uno y de cada cual, no son otros que la sociedad civil que desde las gradas observa perpleja cómo las desavenencias le suponen un elevado coste en sus vidas.

Todos salen al escenario de la política y todos hacen mutis por el foro mientras nosotros nos tenemos que aguantar la salidas de pata de banco de la soberbia y prepotencia de unos cuantos que en el fondo les importamos un carajo.

¿Y qué dice la justicia de todo esto? La verdad no sé qué pensar, porque la gente esta harta, es más, siente cierta desazón cuando todo el mundo dice mentiras entremezcladas con verdades y aquí no pasa nada. Nadie se calla, todos hablan y ninguno pone de ejemplo de nada al otro, digo de nada que valga la pena para salir adelante.

Unos y otros pugnan por ser los mejores, ¿pero los mejores de qué? La situación es para quedarse calladito porque si se escapan los cadáveres del armario que cada uno tiene se arma la de San Quintín.

Una de las cosas que tienen todos estos personajes en común suele ser las firmes convicciones sobre todas y cada una de las maneras de cómo resolver los diferentes problemas que aquejan a nuestro país, como son el paro, la economía y lo que les pongan por delante, eso sí, de boquilla.

La gente miente más que habla, y aquí no pasa nada. Dicen que son leales e íntegros ¿íntegros? Cuando los juzgados están colapsados con montañas de denuncias que se acumulan y vaya usted a saber cuándo nos vamos a enterar de la verdad de todo lo que se habla a todas horas como cotorras repitiendo siempre lo mismo: y tú más.

Los políticos poderosos, o por lo menos los que se creen que lo son, deben saber que a su sombra crece inevitable, más peligroso que la envidia, el resentimiento de aquellos que viven en su favor.

Y por supuesto una de las causas del resentimiento en la política y diría que en todos los ámbitos de la vida es la falta de continuidad en el trato, es lo que tiene el roce...