Lucio de las Casas Henríquez ha legado un patrimonio a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria valorado en 1,5 millones de euros: un chalé en Tafira y un edificio de siete viviendas. Muerto soltero y sin descendencia ofreció su patrimonio para los estudiantes universitarios que sin posibles quisieran cursar una carrera universitaria.

El gesto de Lucio merece el reconocimiento público y lejos de pasar desapercibido debe obtener el aplauso general de la sociedad grancanaria. La generosidad de este isleño que ni dispone de una lápida con letras doradas en el cementerio de Las Palmas adquiere un especial significado en estos momentos de crisis, cuando los espectáculos más frecuentes corresponden a la corrupción, al latrocinio, a la mamandurria. Lucio de las Casas marca la diferencia.

Fallecido el 28 de enero de 1978, quince años después de su muerte, tras la publicación de su herencia ayer en LA PROVINCIA/DLP, el nombre del filántropo aparece en los titulares para recordatorio de la comunidad universitaria e isleña en general. Los bienes de Lucio de las Casas, por medio de una fundación, están ya generando beneficio para la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Este señor, que merece el tratamiento de don Lucio, en su sentido más etimológico, "señor Lucio", hace honor al nombre que lleva y le hermana en los más firmes sentimientos con su tocayo Lucio Anneo Séneca, español de Córdoba, millonario como él, y que profesaba la paz interior como fuente de felicidad.

Séneca, que se abrió las venas con un estoicismo insuperable cuando se lo ordenó Nerón, dejó escritas las claves "de la vida bienaventurada", donde se leen comportamientos como los de nuestro Lucio canario. "Es bienaventurado aquel hombre para quien no existe otro bien ni mal que un alma buena o mala, ejercitado en la práctica de lo honesto, a quien ni engríen ni quebrantan las veleidades de la fortuna", se lee al latino. Lucio de las Casas, en la mejor tradición estoica, invita a pensar por su magnánima expresión de solidaridad. Merece la admiración por haber cumplido con juicio recto y seguro y mirar sus riquezas como de todos.