Desde el punto de vista de la movilidad urbana, ¿vivimos en un vergel?

En la parte baja de la ciudad se producen algunas colas, especialmente cuando hay algún accidente, pero no es grave para una urbe de casi 400.000 habitantes. En cuanto a la polución, los vientos alisios, que soplan regularmente, disipan las emisiones de gases contaminantes. Aunque siempre hay estadísticas para todo, no cabe destacar a nuestra ciudad por sus retenciones de tráfico, por lo que podemos sentirnos a priori afortunados. No obstante, el Ayuntamiento se pone manos a la obra para hacer nuestra ciudad más agradable y habitable, más sostenible con el medio ambiente, invitando a sus conciudadanos a cambiar sus hábitos a más saludables y adaptarse a una cultura de la movilidad más moderna. No debemos olvidar que esta corporación municipal ha recibido un aplastante respaldo ciudadano en las últimas elecciones y está obligada a tomar decisiones valientes.

Todos estamos a favor de: mejorar el servicio de guaguas como me consta que se está haciendo, facilitar el desplazamiento en bicicleta, crear en espacios residenciales y comerciales las condiciones óptimas para los peatones? Pero hay algo que no funciona; Las Palmas de Gran Canaria se fundó en 1478 y no ha dejado de crecer desde entonces de manera caprichosa. Los inconvenientes son una densidad de población alta y la ausencia de una planificación global de las vías. Los propios funcionarios técnicos se las ven y se las desean cada vez que tienen que cambiar las calles.

Últimamente se están creando colas de coches que quieren cruzar alguna de las calles en las que se ha instalado un carril- bus. En esos casos los coches vienen uno tras otro en una única fila muy apretada, ya que el 2o carril es sólo guaguas. Cruzar alguna de estas vías se ha convertido en un suicidio. Los coches que esperan con los motores en marcha el turno para cruzar están convirtiendo algunas zonas en un suplicio para vecinos y visitantes.

En los planes directores del Ayuntamiento se proyectan actuaciones sobre vías con alta densidad de tráfico sin considerar suficientemente las consecuencias. Se están quitando aparcamientos que hemos utilizado cuando hemos ido a comprar a los comercios. Están también reduciendo al vehículo privado carriles muy concurridos que fácilmente pueden producir retenciones. Tenemos además el caso del paso de peatones a la salida del túnel Julio Luengo, cuando el propio Cabildo considera necesario suprimir ese paso ahora quiere ampliarse para los ciclistas.

Los anticuados vehículos que circulan en Canarias emiten entre un 60% y un 80% más de gases contaminantes que los vehículos de la generación actual. Esa es la realidad. Para evitar congestiones de tráfico es preciso darle salida fluida a los camiones del puerto y a todos los conductores en tránsito. Existen varios proyectos que pueden cambiar la fisonomía de nuestra ciudad a mejor. Por ejemplo soterrar el desahogo de los coches y camiones que vienen del Sebadal y del Puerto. Entre arquitectos, políticos, funcionarios, ingenieros, etc. sólo hay diferencias de cómo hacerlo. Y ya le encontraremos financiación pues socialmente es altamente rentable. Otra obra de envergadura es la circunvalación, que todavía tiene que terminarse. Esta ha evitado el tráfico de los vehículos en tránsito por el centro de la ciudad y conecta los barrios.

Existen alternativas más a corto plazo y más económicas. Por ejemplo las guaguas BRT, transporte público innovador y de muy poca inversión. Son guaguas articuladas del tamaño de un tranvía, capaces de incrementar la velocidad del servicio público en las zonas de máxima afluencia. Otra acción que ha dado resultado en otros lugares es la creación de unos recorridos para bicicletas en calles tranquilas, con baja intensidad de tráfico. Tenemos en la parte baja de nuestra ciudad las mejores condiciones en zonas como Ciudad Jardín.

Los aparcamientos que han sobrevivido a la reciente peatonalización indiscriminada se han convertido en zonas azules. Mientras no promuevan más aparcamientos públicos, están contribuyendo a que aparcar sea costosísimo. Además del riesgo a ser sancionado por estacionar indebidamente, en 2012 hubo casi tantas denuncias en las zonas azules como habitantes tiene nuestra ciudad.

La intensidad del tráfico ha bajado muchísimo por el desempleo y la reducción del consumo. En el futuro se puede formar un lío monumental si seguimos poniéndole obstáculos a los usuarios del vehículo privado. El 67% de los recorridos que hacemos en nuestra ciudad los hacemos en automóvil. No es posible obligar a que todas las personas empiecen a coger guaguas o bicicletas. ¡El 75% de los desplazamientos en ciudad se hacen por motivos de trabajo!

Me preocupa leer informes contratados por el ayuntamiento que contienen literalmente oraciones como: "en los últimos tiempos se viene comprobando la necesidad de contener el uso del automóvil". Y, sin desperdicio, una recomendación de la consultora que trabaja para el ayuntamiento: "no se debe ampliar la oferta de aparcamientos para evitar el efecto llamada en la zona de Canteras- Santa Catalina".

Bastante precaria es la situación en cuanto a necesidades de aparcamiento en zonas como Guanarteme, en donde el fin de semana pasado han sido multados 400 vehículos por aparcar encima de las aceras.

Las medidas impulsadas no sólo nos afectan a los que tenemos carné de conducir. A los vecinos los atascos que se generen reducen sustancialmente su calidad de vida. A los comerciantes, por otro lado, les interesa mucho que la visita de sus clientes no sea insufrible por el tráfico.

¡Las ciudades que han logrado crear espacios amables para peatones, ciclistas y usuarios de guaguas tienen que tener resueltos sus problemas de tráfico! Evitan por ejemplo que los consumidores acudan cada vez más al extrarradio porque no encuentran aparcamiento o teman un atasco.