Lo que ocurre en Oriente Medio ni es casual ni anecdótico. La premeditación con la que pretenden actuar los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia en el amargo y sangriento conflicto sirio queda al descubierto. Y por si fuera poco, Israel afilando garras.

Siria no tiene petróleo pero sus tierras allanarían el transporte del oro negro desde la doblegada Arabia Saudí, la martirizada Iraq y los países del Golfo Arábigo o Pérsico.

No han tenido el menor gesto para evitar estas masacres, han alimentado la guerra entre hermanos y cuando el color de la tierra se tiñe de rojo intenso hablan los doctos maestros de la ética para vociferar que no valen las armas químicas en las guerras. Menuda hipocresía.

Eso sí, nos podemos matar a palos, a pepinazos de obuses, a balas locas y perdidas, a cuchillo, a bombas inteligentes, ¡¡-dotar de inteligencia a semejante esperpento!!-, son válidas las modernas armas que matan selectivamente o esa especie de avioneta no tripulada que dispara y entierra a las víctimas, vamos tres en uno.

Se les pone cara de circunstancia a los líderes y todos ellos apuntan sin piedad a Siria, como si se tuviera la autoridad moral para ejecutar a un ser humano, sea quien sea. Se precisan muchos miles de cadáveres para actuar en defensa de los inocentes. ¿En nombre de qué o de quién van a actuar? ¿de la Humanidad? ¿se pueden acallar los ladridos dando patadas en el culo del animal?

Irak sigue derramando sangre, las matanzas se suceden, los atentados con coches bomba están a la orden del día. ¿Qué ha conseguido la famosa coalición occidental y el trío de las Azores? Muerte sobre muerte para dar lecciones de democracia a los indios de la selva profunda, evangelizar a quienes tienen sus creencias y que viven conforme a ellas. Dejémosles y que con su pan se lo coman.

El Sr. Obama no asistió a la clase de geopolítica de Oriente Medio y está muy perdido, alimenta revoluciones para verter la muerte de inocentes en un saco sin fondo. Y de Rusia, más de lo mismo. Y los señores de la guerra enriqueciéndose impunemente.

Bachar El Asad, el hijo del león, es un dictador, un sátrapa de hondo calado que ha seguido el ejemplo de su detestado padre. Las luchas por la supremacía de un segmento del Islam, la conservación del poder a toda costa estaba cantada. Todos lo sabían y a pesar de ello se les regala la legalidad a un movimiento revolucionario cuyo objetivo es quítate tú para ponerme yo. ¿Primavera árabe o el silencio de los sepulcros?

El ejército sirio no es el de Saddam Hussein, está bien pertrechado, o al menos lo estaba. En esta guerra incivil la razón no asiste a ninguno de los contendientes. A veces hay que elegir al menos malo que no tiene que ser precisamente bueno. ¡Cuantos besamanos y reverencias protocolarias de los líderes occidentales al régimen de Al Assad!

Y cómo no, Israel, que no sabe vivir más que en un estado de guerra, se frota las manos.

El desbarajuste político en Siria y en todo el Oriente Medio es un magma volcánico que no parece tener fin.

Veremos la rápida inversión económica en una Siria destrozada, naturalmente será un país donde el crecimiento será exponencial. Cuanto peor, mejor para los intereses bastardos de los autoproclamados defensores de la democracia.

Será una guerra de elefantes y quién va a sufrir de manera tremendamente dolorosa es la hierba que está bajo las patas de los animales, tal y como reza un proverbio africano.

Parece que nadie mira a esos miles de niños, de víctimas inocentes. ¿A quiénes les darán el calificativo de inocentes, a los muertos, a los que han dejado la vida por una libertad que no disfrutarán nunca?

Habrá que preguntarse por el oleoducto que da acceso al Mediterráneo y quiénes son los que se benefician de este conflicto.

Rusia afila las garras porque no parece que vaya a permitir que golpeen el régimen de Al Assad sin obtener beneficio. Todos se darán la mano mientras asistimos atónitos al exilio de miles de refugiados.

El llanto no permite ver con claridad la real dimensión de esta guerra, sobre todo el que se derrama sobre los centenares de niños asesinados por armas químicas, físicas o mediopensionistas.

Han esperado pacientemente como las hienas a que los leones destrocen la pieza. Mi querida Siria ¿en qué te han convertido tus propios hijos?

La regla se cumple inexorablemente, "divide y vencerás", sangre a cambio del negro petróleo.