En estos días se cumple el 94 aniversario del naufragio del Valbanera, un barco español de la compañía Pinillos que naufragó en las costas de Florida, cuando intentaba esquivar un huracán. Sobre esta catástrofe, que costó la vida a 488 personas, se han escrito numerosas historias, algunas envueltas en cierto halo de misterio. Sueños, presagios y visiones fue el motivo porque el que un grupo de personas de Almería, e incluso de nuestras islas, decidieron no viajar en el Valbanera porque barruntaban que "algo" iba a ocurrir.

El profesor de la Universidad de La Laguna, escritor y político tinerfeño Juan Manuel García Ramos ha editado el libro titulado El zahorí del Valbanera, en el que relata la experiencia de su abuelo, que viajaba en ese buque. Según cuenta, su antecesor poseía la facultad de anunciar premoniciones que, generalmente, se cumplían. Una de ellas fue, precisamente, comunicar, a los poco más de 1.200 pasajeros que llevaba a bordo que desembarcaran en Santiago de Cuba, ya que se iba a producir un naufragio antes de llegar a La Habana. Por lo que se ve, muchos le hicieron caso y en el puerto de Oriente de Cuba desembarcaron 732 personas, aunque casi todos pensaban llegar hasta la capital cubana. Así que, gracias al abuelo de García Ramos, salvaron su vida numerosas personas. Por cierto, entre algunos de los pasajeros que desembarcaron en Santiago iban algunos Castellano, de Guía de Gran Canaria, pertenecientes a mi tronco familiar materno, cuyos descendientes estuvieron en esta isla el pasado año buscando sus raíces. En Málaga subieron 34 emigrantes, en Cádiz, 521, en Las Palmas de Gran Canaria, 259, en Santa Cruz de Tenerife, 212 y en Santa Cruz de La Palma, 106.

Hay que destacar que la travesía para la mayoría de estos viajeros no era nada cómoda, pues tenían que dormir hacinados en literas que se les habilitaban en las bodegas del buque. De hecho, a veces se producían enfermedades a bordo, a consecuencia de las poco higiénicas condiciones en las que viajaban. Así, pues, no se trataba de un cómodo y lujoso crucero como los que se realizan hoy en día por el mar Mediterráneo, los fiordos noruegos o por el mar Caribe.

El navío continuo hacia La Habana porque su joven capitán, Ramón Martín (de apenas 34 años), pensó que tenía tiempo de esquivar el fenómeno meteorológico, pero no ocurrió así. Cuando ya se le venían encima la tormenta se desvió hacia el noroeste y entonces fue cuando fue a dar con los cayos de Florida, naufragando en los bajíos de arena llamados Rebecca Shoals. Lo más curioso es que, al parecer, no se encontró ni un solo cadáver. La compañía Pinillos realizaba viajes no solo a Puerto Rico y Cuba sino que continuaba hasta otros puertos norteamericanos del Golfo de México, como Galveston y Nueva Orleans. Este mismo barco navegó un tiempo entre España, Brasil y Argentina.

Había sido construido en los astilleros escoceses de Glasgow y entregado a la compañía Pinillos en 1906. Desde un principio, este buque ya se consideró maldito, por varias razones. Una de ellas es que no se le puso correctamente el nombre, pues Valvanera (en honor de la Virgen con esa denominación que se venera en La Rioja) va con v y no con b.

Otra de la razones que tal vez merecía un castigo celestial era que este buque solía transportar hacia Cuba a numerosos mujeres jóvenes a las que en la Península o Canarias se les decía que iban a obtener un trabajo bien remunerado y seguro en aquella isla, pero, en realidad, eran obligadas a prostituirse. Como se ve, ya en aquella época existía la trata de blancas, tan habitual hoy en España (y en el mundo, claro).

Precisamente el pasado domingo el programa Cuarto Milenio, de la Cuatro, le dedicó un espacio a este suceso, con la intervención de Juan Manuel García Ramos, el periodista canario Gregorio González y los investigadores y escritores Fernando García Echegoyen y Francisco García Novell.