El primero fue Martín L. King, luego le salieron imitadores como hongos para reivindicar lo que en un principio parece imposible de conseguir. Cuando estas líneas vean la luz, el presidente Mas habrá dejado de soñar y quizá tenga la esperanza de lograr, según dijo, la ansiada independencia en el transcurso del siglo XXI.

Reivindico mi derecho a soñar despierto esperando que como bien dice el presidente de CiU la independencia llegue, pero que llegue muy al final de siglo cuando ya todos calvos nos ahorre la vergüenza nacional de ver cómo el estado más antiguo de Europa es dinamitado desde dentro para disfrute de nuestros vecinos por arriba y por abajo que esperan como hienas a saltar sobre la presa.

"Catalonia is not Spain", que reza uno de los lemas del día de la Diada, tampoco lo es Canarias, el concepto de España por muy mesiánico que sea el señor Mas es mucho más que todo eso. Los negros del siglo veintiuno que no tienen voto son el resto de españoles que teniendo derecho a decidir no podemos.

¿Y qué más da? ¿No hemos entregado ya la soberanía nacional a Europa? De lo que se trata es el derecho a la ruptura en contraposición con el discurso integrador del Sr. King hace cincuenta años. Aquí todo el mundo manipula los números, las encuestas y lo que haga falta con la colaboración y la extrema torpeza que los dos grandes partidos han abordado el problema.

Claro, el señor Mas ¿para qué quiere soñar ahora cuando se lo pasa mejor despierto?

Estoy convencido que lo que en el fondo lo que le quiere decir a Rajoy es que aunque nadie sabe lo que a nadie le digo, la noche entera es corta para soñar contigo y todo el día es poco para pensar en ti.

Lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus sueños con la realidad.

Ni las iglesias tocando a arrebato parecen devolver el juicio que a golpe de sardana como una serpiente estelada recorrían Cataluña de arriba abajo.

Algunos catalanes, como el lazarillo de Tormes, ocultan sus remiendos. Es lamentable ver cómo se está utilizando a los más pequeños para gritar consignas de las que ni saben el verdadero significado y mucho menos la trascendencia de las mismas. El mito de que Rafael Casanova fue el gran valedor de la patria catalana cae por si sólo, ya que el sentimiento que lo embargaba era más españolista que el toro de Osborne.

Llegado este punto solo me resta decirle al Conseller en Cap, que por cierto suena a camorra más que a otra cosa, lo siguiente: que tus problemas se vuelvan pesadillas es lo peor que te puede pasar... si no abre lo ojos y mira la realidad.