En una cosa dice verdad el president catalán: se puede estar en el euro sin ser miembro de la Unión Europea. Lo demuestran Kosovo y Montenegro, únicos casos. Pero no es cierto que la UE evite en cualquier caso la pérdida de territorios que fueron zona euro. Todo un estado como Grecia estuvo -si no lo está todavía- a punto de salir, Chipre se salvó saqueando el ahorro popular, etc. Los motivos son justamente los que concurren en el caso catalán: corrupción, quiebra económica, petición de rescates, etc. Artur Mas afirma que a la UE le interesa preservar el mercado catalán, pero sería más convincente oírselo decir a la autoridad económica de la Unión. Lo que está muy claro, según los comisarios Almunia y Barnier, es que el territorio escindido de un Estado comunitario deja de ser parte de la Unión. No para siempre, pero recuperar el estatus implica una larga tramitación reglada, con exigencias de unanimidad y derechos de veto de los países miembros. ¿Qué harían España y los países amigos ante la hipotética reintegración de una Cataluña escindida? No hace falta apostar.

Es cierto que Cataluña puede seguir en el euro con las mismas condiciones que Kosovo y Montenegro, estados muy poderosos, como se sabe, y extraordinariamente influyentes en la economía y la política europeas. Cuando se piensa en la moto que Mas está vendiendo a los catalanes, no más que desiderativa en lo que atañe al colchón comunitario, asoma al fondo la sospecha de un timo. Aterra el jardín en que se ha metido este señor, de repente encadenado a un independentismo residual que crece cancerosamente a impulso de las ligerezas de la moderación catalana. En comparación con la cadena humana de este año, el aldabonazo de la Diada 2012 no pasó de juegos florales. Pulsar la emotividad de las masas entraña el riesgo de no encontrar el botón de pararlas en paz y libertad. El suflé sube hoy entre gritos, consignas y banderas estrelladas y se desinfla mañana con la sola imagen de una independencia refrendada, que pondría a todos ante la realidad más abrupta. Culpable: Mas.

No creo que el voto reflexivo y secreto de un hipotético referéndum sea de mayoría independentista, pero este tinglado perfila a diario la inmolación del president, un político a quien otros metieron en la senda que no quería y le empujaron hasta el punto de no retorno. La República Balcánica de Catalunya, criollizada por millones de metecos, es todo lo que puede ofrecer a un pueblo que le tomó la palabra cuando solo trataba de huir hacia adelante tras el fracaso de su política económica. Da pena verle perdido en medio del grito, pero aún no se ve qué sería mejor: ¿ayudarle a salir del maléfico jardín de plantas carnívoras, o dejar que lo devoren?