Sin matemáticas no se entendería cómo funciona el mundo, no existiría la ciencia, no disfrutaríamos de ningún adelanto que forma parte de nuestra vida diaria. Sin matemáticas no sería posible la vida que vivimos hoy. Yo he visto siempre las matemáticas como un juego, pero también como una armadura de nuestro intelecto para explorar el mundo desde una posición privilegiada. Tuve buenos profesores de matemáticas, enamorados de su asignatura y que veían el lado salvaje de los números y sus aplicaciones. A lo largo de la historia, las matemáticas han alimentado a la cultura y a la civilización. Pero de un tiempo a esta parte es bastante preocupante la poca relevancia que se le da a una parte fundamental de la educación sin la cual no es posible tener ciudadanos mejor educados ni construir ninguna civilización. Estoy cansado de oír esa frase tan manida de "eso es para ti que eres de ciencias; yo soy de letras y no me aclaro con los números". Lamentable es que por imperativo ideológico, numerosos políticos, profesores, padres y alumnos se hayan declarado adversarios culturales de la educación matemática cuando proclaman su negación a que sea una asignatura obligatoria en todos los niveles de la educación primaria y secundaria. Con argumentos y ejemplos disparata-dos, prefieren con su barbárica y atrofiada actitud que nuestros jóvenes sigan aceptando la magia, la superchería de los posmodernos y el oscurantismo en pleno siglo XXI.

Las matemáticas son una construcción estructural que permite explicar la realidad. El analfabetismo matemático empaña la vida moderna y ensucia nuestra visión del mundo que nos rodea. El progreso del ser humano descansa en las matemáticas. La educación matemática de niños y jóvenes permite adquirir competencias, aprendizajes, conocimientos, capacidades, habilidades, destrezas, aptitudes, actitudes y valores. Gracias a los números, entendemos la construcción de las pirámides y de las ciudades, el desarrollo de la agricultura y de la astronomía, la ciencia y la medicina, la geografía y la historia, el clima y el crecimiento d, las comunicaciones e Internet. Desgraciadamente, la educación matemática en España ha sido deficiente y errónea. Quienes han estudiado matemáticas durante 8 ó 12 años, al final confiesan que saben poco más que las "cuatro reglas" que sabían sus padres. Para quienes no la estudiaron en los últimos 6 años, no tienen muy claro si dominan esas cuatro reglas. Es como si España fuera el paraíso del conocimiento inútil. Los jóvenes y adultos españoles tienen un nivel muy pueril de las matemáticas, según se desprende de las evaluaciones internacionales que nos han comparado con el nivel y el valor que se da a las matemáticas en la mayoría de los países avanzados del mundo.

La palabra "matemática procede del término griego "máthema" que quiere decir "conocimiento" o "cosas que se aprenden". Para Pitágoras y los antiguos griegos, las matemáticas o los números eran todo. Es muy posible que el cálculo matemático haya sido desarrollado antes incluso que la escritura, al estar relacionado con la administración de bienes, la contabilidad, el comercio, la agricultura y la astronomía. Algunas inscripciones egipcias documentan el uso de los números desde épocas antiquísimas, hace más de 5.000 años. Las leyes de la naturaleza están gobernadas por números. Galileo dijo que "el universo está escrita en lenguaje matemático, y las letras son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible entender una sola palabra".

De todos los métodos empleados para aprender matemáticas, uno de los más eficaces es aprender a resolver problemas como si se tratara de un juego. Es un método que funciona muy bien cuando se quiere aprender a hablar, escribir, discutir, pensar y soñar en otro idioma. Vayan dos ejemplos. En el primero, se trata de averiguar quién contó más transeúntes: dos personas que estuvieron contando durante una hora todos los transeúntes que pasaban por la acera; una estaba parada junto a la puerta mientras la otra andaba y desandaba la acera. En el segundo ejemplo se trata de saber cuál es el salario sin horas extraordinarias que recibe un individuo si en la última semana ha ganado 250 euros incluyendo el pago por horas extraordinarias, sabiendo que el sueldo semanal asciende a 200 euros más que lo recibido por horas extraordinarias. Ni andando se cuenta más, ni el salario era de 200 euros, pero ¿cuántos de nuestros jóvenes de 14 años sabrían razonar la respuesta correcta?

El debate no es si matemáticas sí o matemáticas no. A lo que hay que plantar cara es que no podemos permitir ni un año más, ni un mes más, ni un día más, que nuestros jóvenes tengan el nivel de matemáticas más bajo de la Unión Europea y que estén desarmados para resolver problemas o situaciones de la vida cotidiana con ayuda de los números. Sin números y sin ciencia viviremos peor. Sin matemáticas no hay Paraíso. Buen día y hasta luego.