Festival del disparate. Un periodista cardíaco (de la prensa del corazón), Pascal Rostain, es entrevistado por una emisora de radio francesa y suelta lo siguiente: el Washington Post está a punto de publicar que Obama tiene un lío con Beyoncé. El comentario hace saltar las alarmas en las redacciones francófonas. Los medios instantáneos se hacen eco, y entre ellos las versiones digitales de cabeceras tan serias como el conservador Le Figaro. En pocos minutos el asunto es el tema estrella de las redes. Pero entonces la redacción francesa de la revista Vanity Fair decide hacer algo que no han hecho los demás: llamar al Washington Post. ¿Es verdad lo que dice Rostain? Respuesta: para nada. Lo cuenta la propia revista: "Preguntada por Vanity Fair Francia, Kristine Coratti, directora de comunicaciones del diario estadounidense, dice: "Puedo afirmar que esto es falso" Y añade: "Pueden estar seguros que el Post no prepara ninguna historia de este tipo". Lo mejor llega al final. El propio Rostain comenta lo siguiente al semanario francés L´Express: "Nadie ha entendido que lancé este rumor sólo para demostrar lo fácil que resulta hoy en día difundir cualquier cosa, con la certeza de que los medios lo comprarán sin ninguna verificación". Pues no todos: Vanity Fair verificó y desmontó el artefacto. La revista de las frivolidades demostró ser muy seria. ¿Vergüenza para los demás? Vergüenza en primer lugar para Rostain, una referencia en su gremio: "Durante mucho tiempo íntimo de las primeras damas, Carla y Valerie, amigo de Sarkozy y Hollande a quienes tutea, Pascal Rostain es el príncipe de los paparazzi a la francesa", escribió hace poco Le Nouvel Observateur. Alguien de quien se supone que uno puede fiarse. Soltó su broma el día en que le entrevistaban en Europe1 por la publicación de libro de memorias Voyeur. Y vaya broma. "No se crean a nadie, ni siquiera a mí", podría ser el resumen final del mensaje. Tal vez no sea la mejor táctica publicitaria cuando se intenta vender un libro de memorias: ¿para qué íbamos a creer nada de lo que cuenta en sus páginas? O tal vez sea una táctica excelente: ha conseguido despertar la curiosidad sobre su persona justo cuando llega a los escaparates de las librerías. Mientras tanto, para el común de los mortales la lección es clara: no basta con que una noticia salga en todas partes para fiarse de ella. Pero eso ya lo sabíamos incluso desde antes de las armas de destrucción masiva.