Todos los candidatos a la presidencia del Real Club Náutico de Gran Canaria en las últimas elecciones proclamaron a los cuatro vientos que apostaban por la transparencia, el rigor económico y la modernización de la centenaria entidad, fuertemente arraigada en la sociedad granca- naria.

Pues bien, eso mismo es lo que viene practicando, contra viento y marea, el presidente elegido hace escasos tres meses: Oscar Bergasa Perdomo, un verdadero lujo para la institución. Doctor en Derecho y en Economía, Máster en Sociología por la Complutense y en Economía por La Sorbona de París, profesor del departamento de Economía Aplicada en la Universidad de Las Palmas, y exconsejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias, entre otros méritos.

Es difícil encontrar a alguien con un perfil más adecuado para regir los destinos de una entidad que se ha acercado a la excelencia en el largo mandato de Juan Marrero Portugués, pero al que le faltó dar el sorpaso que ahora se está produciendo.

El nuevo presidente está tomando decisiones que hacen patente su anunciada volun-tad de aplicar aquellos principios al comienzo expresados: transparencia, rigor y moder-nización.

Es cierto que los otros candidatos reunían también un perfil inmejorable: Javier Sánchez Simón, economista y técnico comercial del Estado; José Luis Cárdenes, economista y auditor; y Alberto Cabré, empresario con alta reputación. A las anteriores elecciones pugnó con Juan Marrero Portugués, y perdió, otro candidato, Fernando del Castillo, ejecutivo que también hubiese emprendido acciones en favor del avance y rigor en la gestión del club.

Pero los socios decidieron con su voto, en unas elecciones limpias que honran al Club y al expresidente Marrero Portugués, que el nuevo regidor fuese Óscar Bergasa Perdomo.

En la actualidad, el foco está puesto sobre la reforma estatutaria que la Directiva de Bergasa ha elevado a la asamblea general y que ésta lo debatirá en su reunión del 27 de marzo.

Sobre este punto, mi opinión es positiva. Creo que da amparo a un sector de los socios, los más golpeados por la crisis, muchos de los cuales se han visto expulsados y que ahora podrían retornar, y sincroniza la entidad con los nuevos tiempos en el ámbito de las políticas de género, en especial a raíz de la introducción del matrimonio entre personas del mismo sexo en el código civil.

Queda ahora en manos de la asamblea, que representa la soberanía del club, decidir sobre los detalles y alcance de esta propuesta de reforma.

Todos, incluida por supuesto la actual Directiva, deberán acatar lo que salga de la reunión de marzo como un ejemplo de ejercicio democrático y actuar en consecuencia. La Junta, poniendo en práctica la normativa modificada. Los socios, cumpliéndola.