Es incomprensible el retraso que tiene el desarrollo económico y social de la comarca Norte de la isla de Gran Canaria y también el Oeste puro y duro, es decir La Aldea. Y no se debe a lo que podría considerarse desidia de sus habitantes, sino a la escasa atención que le ha dedicado tanto el Gobierno de Canarias como otras administraciones, incluyendo la central. Ya tenemos asumido que para Madrid, en muchos aspectos, Canarias no existe, y su Gobierno, menos todavía. El último ejemplo: la vergonzosa visita de la ministra de Empleo, señora Báñez.

Se ha retrasado la vía de enlace que une la capital de la isla con Guía, Gáldar, Agaete y otros pueblos de la comarca Norte. Se había ilusionado a los aldeanos con el trazado y construcción de la carretera que, con sus túneles y puentes, les acercaría a su vecino Agaete y a Las Palmas de Gran Canaria. Luego, vinieron los recortes de Madrid y esa obra quedó solo en los inicios. Al mismo tiempo, eliminaría el actual enlace que transcurre sobre enormes precipicios y que está expuesto a peligrosos derrumbes de rocas y tierra y que, por supuesto, no invita mucho a visitar La Aldea de San Nicolás, tanto a los habitantes de la isla como a los turistas.

Como sabemos, La Aldea, a pesar de su aislamiento y lejanía, ha luchado siempre por mantener como primer recurso la agricultura y la ganadería y hoy en día se ve cercenado por la falta de una adecuada infraestructura viaria, o por las ayudas que reciben terceros países por parte de la Comunidad Europea, en perjuicio de la producción hortofrutícola española, especialmente la de Canarias. Al mismo tiempo, las actuales carencias dificultan su desarrollo turístico.

Por otro lado, y hablando siempre del oeste grancanario, la sumisión que el Gobierno de Madrid y algunos de sus ministerios deben a las industrias energéticas, a las petroleras o a los lobbies financieros, impide que en esta zona de la Isla (y en otras donde serían propicias) se desarrollen las energías alternativas, limpias y sostenibles, como la eólica, que en el valle de La Aldea se darían muy bien, pues todavía quedan indicios de que en el pasado fueron utilizadas. Los canarios tendríamos que luchar todos, y en los foros que hiciese falta, para impedir que nos sigan imponiendo el uso de los hidrocarburos, que no hace sino beneficiar los intereses de las multinacionales que los explotan y lo venden, sin importarles que, al mismo tiempo, nos estén enfermando a todos y contaminando la Tierra. Esto no es para tomarlo en broma. No es hablar por hablar. Está más que demostrado.

Continuando con los problemas que ralentizan el desarrollo del Norte, ya está bien que tengamos que soportar que no se haya solucionado el problema que impide que, desde el cruce de Bañaderos hasta el Pagador, en Moya, los vehículos tengan que circular a 50 por hora, porque no se ha continuado con la construcción de la autovía que deja a un lado al barrio de San Andrés, sin tener que pasar por el núcleo urbano. Es vergonzoso que ni el Cabildo, ni el Gobierno de Canarias, ni los ayuntamientos a los que les afecta este retraso, se hayan impuesto para acabar con esta situación. De la misma forma que no se ha continuado la autovía que va desde el cruce de Hoya Pineda y Caideros de Gáldar hasta su finalización en Agaete.

No tendría que disminuir la población de esta comarca, ni aumentar el paro si se apoyase su desarrollo, si continuase la producción agropecuaria, si no se degenerase el paisaje por el abandono de terrenos de cultivo, o la desidia de quienes tienen la obligación de cuidar el medio ambiente, si se propiciasen las zonas residenciales o el turismo rural o se dinamizasen las visitas a los yacimientos arqueológicos y otros lugares de interés que existen en cada una de sus localidades. En fin, con un poco de imaginación y de buena voluntad, creo que podría reactivarse la economía de toda esta comarca y se acabaría el paro o, al menos, se reduciría.

Tampoco estaría mal que, de una vez por todas, se construya el instituto que Gáldar espera desde hace muchos años entre otras obras de interés social y educativo. Repito: es inaudito lo que ocurre en el norte de Gran Canaria y no me explico cómo sus habitantes pueden permanecer tan tranquilos, aunque, últimamente, los aldeanos sí que se han movido.