El presidente de la patronal, Juan Rosell, es un especialista en debates muy bien asesorado. Hace nada llamó "privilegios" a los derechos de los trabajadores, luego hizo como que se le había escapado una palabra incorrecta. Huy, qué picarones los del gabinete. Lo penúltimo es su panorámica de los contratos en España: "Hay once millones y medio de contratos indefinidos y no llegan a cuatro millones de contratos temporales. Pues ojalá que los derechos de todos fueran iguales. ¿Estarían dispuestos los que tienen contratos indefinidos a ceder parte de sus derechos para que sus hijos y sus nietos que tienen contratos temporales tuvieran más derechos? Esto podría ser un debate".

No es un debate que, a lo largo de toda la larga crisis, con su relato de miedo económico para no dormir y el gobierno acurrucado con los empresarios bajo las sábanas, las pérdidas de los trabajadores han sido los beneficios de los empresarios. La reforma laboral, que en nombre de la contratación ha facilitado los despidos, engordado el paro y degradado las condiciones de trabajo, ha creado un empleo de sótano insalubre muy del siglo XIX occidental o con ojitos achinados contemporáneos. "Ojalá que los derechos de todos fueran iguales" quiere decir "vayan bajando sin atropellarse". Añade Rosell: "En el mundo hay mucha gente dispuesta a trabajar por muchísimo menos, muchísimas más horas y según qué empresas manufactureras muy intensivas de mano de obra, pues, a lo mejor, decidirían deslocalizarse".

Hijos y nietos: con la suma de los salarios que quieren ofrecer estos tíos no viven las tres generaciones de la mayoría de las familias. Vosotros veréis si hay debate. Como los salarios devaluados y los empleos abaratados y las condiciones degradadas son sus beneficios sus hijos y sus nietos vivirán mejor. Eso puede ser más que un debate para con estos tíos que te mientan a la familia a la primera de cambio.