Creo que cinco minutos antes de que la plataforma Cajun Express confirmara la presencia de petróleo cerca de Tarfaya ya estaba Fernando Ríos saltando de tuit en tuit para explicar que se trataba de una minucia. Cualquier multinacional petrolera y gasística debería hacerse - si fuera posible - con los servicios del señor Ríos: lo pasea usted colgado de un helicóptero sobre el mar y sin necesidad de perforación alguna le pronostica el fracaso. Y lo tuitea enseguida desde allá arriba. Si en lugar de Fernando Ríos uno se fía de Cajun Express las reservas calculadas son de 70 millones de barriles. No parece una gran cosa. España consume aproximadamente 1.300.000 barriles diarios (alrededor de 220 millones de litros). Por recordar de nuevo las estimaciones de Repsol, la multinacional de matriz española calcula que en aguas próximas a Canarias se podría encontrar bolsas de petróleo que garantizarían entre 100.000 y 150.000 barriles diarios durante un periodo de entre quince y veinte años. Actualmente España necesita importar el 99,72% del petróleo que consume. Si los técnicos de Repsol están en lo cierto, ese porcentaje bajaría entre ocho y diez puntos.

Llevamos muchos meses escuchando prodigiosos augurios sobre las prospecciones en aguas canarias. El señor Brufau, el presidente de Repsol, proclamó en su día que gracias al petróleo que duerme en las cercanías de Lanzarote y Fuerteventura "el déficit comercial español desaparecerá". Es una afirmación convenientemente equívoca: depende de la base de estimación que se utilice. En el año 2013 el déficit comercial de España descendió más de un 48%, gracias a la ligerísima bajada de las importaciones y el fuerte crecimiento de las exportaciones. En esa coyuntura - que es más el resultado inevitable de una economía desfallecida más que el fruto de una estrategia de superación de la crisis - el pronóstico de Brufau puede cumplirse. Pero lo que está en juego, en realidad, es un modelo de crecimiento económico y consumo energético. El modelo asentado sobre el consumo de un recurso caro, limitado y potencialmente muy contaminante o la apertura y consolidación de un modelo basado, en una progresión inteligente, en energías alternativas, limpias y potencialmente ilimitadas. El Gobierno de Mariano Rajoy no tiene ninguna duda al respecto. Apuesta por los próximos quince años. Quince años son una barbaridad. Unas cuatro legislaturas. Y para entonces todos calvos en la mejor de las hipótesis. En la peor, empichados.

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