Curvas, curvas, curvas. La economía se dibuja con curvas. La crisis muestra un perfil de camello panza arriba, con las jorobas para abajo. Los expertos lo llaman crisis en W. Ahora estamos remontando tras la segunda caída. La economía española vuelve a crear empleo neto en términos de variación interanual, que es la que cuenta. De febrero a febrero ha crecido el número de afiliados a la Seguridad Social, algo que no pasaba desde 2008.

La curva del camello al revés: se tocó fondo con una caída del 6% entre mediados de 2008 y de 2009, luego la cosa se suavizó sin abandonar las cifras negativas, y marcó otro valle cayendo un 4,4% entre principio y final de 2012. Era el primer año de Mariano Rajoy, y ni su mera presencia ni la apresurada reforma laboral detuvieron la tendencia acelerada a destruir empleo que había cogido ritmo de catástrofe en la segunda mitad del año anterior. Luego se desaceleró a lo largo de 2013, y la curva ha llevado al presente dato positivo.

¿Curvas marianistas? Curvas europeas. La doble joroba se aprecia en las estadísticas de paro tanto de la Unión Europea como de la Zona Euro. Con otras cifras, con menores alturas, con mucha menos tragedia, pero con idénticas inflexiones. Si los calentones de la guerra fría no lo estropean, Europa va a crecer y también su empleo, y la dinámica arrastrará a la economía española. Tarde o temprano iba a suceder, y Rajoy sabía que le bastaba con esperar sin cometer errores de bulto para atribuir el logro a su política. Como si dependiera de eso. Como si no bailáramos con el grupo.

La curva española es la curva europea, pero otras zonas tienen otros dibujos. En Estados Unidos el perfil no es de camello sino de dromedario: una sola giba. El desempleo escaló brutalmente entre 2008 y 2009, año en que superó la tasa europea, pero desde entonces va de bajada. En el mundo del euro, sin embargo, la crisis ha tenido segunda parte. Si las decisiones del gobierno español tuvieran un efecto decisivo sobre la marcha de la economía, cabría preguntarse por qué Rajoy no siguió las recetas de Obama. No podía porque estamos en el euro, claro. Tanto para bajar como para subir seguimos el ritmo europeo, y no vale culpar a Europa en los batacazos y colgarse la medalla en las recuperaciones.