El Parlamento inicia hoy un inhumano pleno de tres días para debatir tres cruciales asuntos de la vida indígena: el sistema electoral, la ley de renovación turística y la que regula, o trata de regular, la radio y la tele de Canarias.

Este estudio de hoy advierte de que la celebración de este maxipleno puede ser perjudicial para la salud de nuestros diputados. En la literatura médica son numerosos los casos en los que aquellos que se prestan a ejercicios excesivos sin entrenamiento previo sufren luego de muñeca abierta, de moño revirado, de ictericia por sobrebilirrubina, e incluso de dramáticas úrsulas en algún miembro, cuando no en todos los miembros.

Ateniéndonos al calendario de sesiones de nuestros parlamentarios, cuyo primer pleno del año se celebró el 6 de febrero una vez agotadas las pilas de las Monsters High que les trajeron los Reyes, a lo que hay que sumar el ocio de los varios meses de verano, enfrentarse a rente a tres jornadas de plenos pudiera ser letal de necesidad.

Esta pachorra endógena se debe a dos vectores: por un lado por un Estatuto de Autonomía que solo permite a sus señorías tener 240 días laborables, lo que les supone 125 días anuales al oreo, disposición que fue redactada cuando los parlamentarios en la época en la que se descubrió la chácara únicamente cobraban dietas y no sueldos, lo que se intentaba paliar con la actividad profesional de cada unidad parlamentaria pluricelular. Y por otro lado porque los parlamentarios se han ido desarrollando alegres a pesar de que esta medida perdió su sentido cuando se les empezó a aflojar el pollo, y eso que cobran de media tres pollos más que un aborigen que cobre, si se diera ese hipotético caso. ¿Cómo cambiar ello? Impósibol.

No se puede, tú. Ya se ha dicho aquí que lo pone el Estatuto y modificar el Estatuto es algo tan complejo que habría que trabajar más de 240 días para dar con el párrafo ese. Lo cualo no deja el Estatuto. Es el Estatuto que se muerde el Estatuto. Así que si al final de estos tres peligrosos días un patriota traspone, sepa que ha estirado la pata en defensa y honor de este Estatuto tan astuto.