El periodista que protagoniza la película Philomena se ha quedado sin trabajo. En una fiesta recibe la oferta al desgaire de una desconocida, pero "yo solo publico reportajes lacrimógenos de interés humano, que no es tu especialidad". Con su voz de timbre impecable, el despedido Steve Coogan le replica que:

-Una historia de interés humano solo es un eufemismo de reportajes sobre personas ignorantes para que sean leídos por personas ignorantes.

Una definición vitriólica pero impecable, cabe recordar que Coogan es coguionista de la película y víctima de las intercepciones telefónicas de la prensa de Rupert Murdoch, a quien ha llevado a los tribunales. Se siente a gusto en la piel del hack o periodista sin escrúpulos, ha palpado que el "interés humano" se traduce en periodismo por "no crees problemas". En la curiosa distorsión del lenguaje, la única réplica a una propuesta de periodismo de "interés humano" sería si hay alguno que no requiera tal apellido. A saber, de "interés alienígena" o de "interés avícola". Los hipócritas defensores de esta etiqueta recuerdan al narcotraficante Pablo Escobar redundando en "los derechos humanos de las personas", a las que además se disponía a matar. El conformismo que encubre el "interés humano" empeora con el desprecio explícito de esta fórmula hacia los consumidores de la información. El error mayúsculo del periodismo consiste en situarse por encima de sus lectores, cuando hace tiempo que la pirámide se invirtió. Michael Mann narra en El dilema -de las cien mejores películas de la historia-, el arrinconamiento temporal del Christopher Plummer que interpreta a Wallace, quizás el entrevistador con mayor bagaje desde el legendario programa 60 minutes, imitado por todas las cadenas del planeta. Por decisión de la CBS, Wallace pasa de preguntarle a Jomeini si es un terrorista a llevar a cabo reportajes "de interés humano", con jóvenes neonazis aislados en sus caravanas. De nuevo, la fórmula se utiliza como una condena, tanto para sus practicantes como para sus receptores. Es el bromuro que sirven los periodistas cobardes cuando desean tranquilizar a los poderosos. Sin destripar la vigente Philomena, el reportaje de "interés humano" acaba teniendo ramificaciones más jugosas que el "periodismo de investigación", otro pleonasmo. Los grandes periodistas, y aquí cabe citar a Nancy Mitford, supieron desenterrar la basura que sus jefes querían ocultar bajo el "interés humano", mendacidad equivalente a la "guerra humanitaria".