Primera persona del plural del presente de indicativo del verbo haber, bien, hasta aquí todos de acuerdo pero, cuando se trata de repartir culpas o más bien responsabilidades la cosa cambia. Muchos no estamos dispuestos a que bajo el paraguas de " hemos gastado más de lo que podíamos" " hemos hecho aeropuertos, auditorios y autopistas por encima de nuestras necesidades", ¿ a quién se refieren cuando los políticos dicen "hemos"? Porque que yo sepa no he contribuido de ninguna manera a que semejantes dispendios se hayan realizado, ¿quiénes son entonces los responsables? He aquí el quid de la cuestión que se tendrá que aclarar cara a las próximas convocatorias electorales.

Si se analiza detenidamente la toma de decisiones podríamos encontrarnos conque en la mayoría de las ocasiones se deben a proyectos megalómanos por parte de individuos ante la posibilidad de pasar a la historia como los grandes mecenas del pueblo, eso sí, con el dinero de todos. Tuve la ocasión de conocer hace unos años, por cuestiones que no vienen al caso, al siniestro personaje tan de actualidad Carlos Fabra, ¿se acuerdan?, el del aeropuerto del abuelo en Castellón. Pues bien, no sólo disparaba con pólvora del rey sino que va y ahora pide al gobierno que lo perdone vía indulto. Pero la pregunta del millón es quién ha concedido créditos a troche y moche por parte de las cajas, fundamentalmente a empresas que en definitiva no eran acreedores de tal confianza, y al final han terminado todos los ciudadanos con la factura del ladrillo. La deuda pública desde luego no la "hemos" producido ni yo ni usted, sino entidades sistémicas que por su culpa tendremos que pagarla todos. Algunos queriéndose apuntar un tanto dicen a voz en grito que no se devuelva la deuda.

¿Cuántos partidos políticos no tienen ni la más mínima intención de devolver los préstamos que deben? Lo que está meridianamente claro es que como no se produzca la consolidación económica en la que estamos inmersos veremos quién va a pagar la factura. Los éxitos y aciertos siempre tienen padre, en cambio los fracasos y los dispendios son siempre huérfanos. Es fácil evadir nuestras responsabilidades, pero no podemos evadir las consecuencias que nos acarrean, porque si no somos capaces de discernir quién o quiénes son los verdaderos responsables de tantos desmanes, poco habremos avanzado en evitar que se vuelvan a repetir. Porque no debemos olvidar que: el responsable es aquel que responde por sus actos, se hace cargo de sus consecuencias y aprende de ellas.