Como en las estrofas de algún viejo tango volvemos a escuchar ahora la voz de Anders Fogh Rasmussen (que tiene más vidas que Gardel). Actualmente secretario general de la OTAN y otrora primer ministro danés; apoyó en la ONU la intervención armada de George Bush en Irak alegando que las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein eran un hecho comprobado, incontrastable e irrefutable. Ahora, Rasmussen es la voz cantante de la OTAN en sus denuestos contra la política agresiva de Putin con respecto a Ucrania, y en sus veladas amenazas de una posible confrontación armada con Rusia. Como arguye Anatol Lieven en su artículo Una salida para Ucrania y Rusia (New York Times, 3-9-2014) es harto difícil, si no imposible que la OTAN intervenga de forma militar directa en Ucrania; debe conformarse con una solución política. Ucrania no es vital para Occidente; pero sí lo es para Rusia. Putin no puede permitirse tener una base militar de la OTAN en la puerta de entrada de su casa, como no podía permitirse Kennedy en 1964 una base militar soviética en Cuba. Entonces, dice Lieven -y yo le creo- la OTAN no irá la guerra por Ucrania. El verbalmente agresivo Rasmussen debe conformarse, como Gardel, con cantar el tango.