Puede que exista una Ley Divina, pero el hombre es quien hace el Reglamento.
Y así nos luce el pelo.
Me pregunta el camarero, al pedirle un vaso de agua
- ¿La quiere con gas o sin gas?
- Con gas por favor
- No, con gas no tenemos.
El mismo camarero, al yo dibujar una firma en el aire reclamando la cuenta, va y me trae un bolígrafo.
(¡Si le pido una caña, igual me la trae de pescar!)
Definitivamente no creo que este camarero llegue a jefe de sala.
Mi amigo A.C. me suele advertir, cuando contrastamos nuestras respectivas pupas y achaques que "Vivir es peligroso para la salud".
Las "Semanas Fantásticas" del Corte Inglés lo son sobre todo porque a veces duran más de veinte días.
El mecánico me hablaba de "dirección insistida", de que el "impertinente" no funcionaba, y de que me convenía poner llantas "de acero inolvidable".
Lo que sí era perfectamente olvidable era el nombre del taller.
Uno de los presos de Auschwitz se negaba a ser liberado. Por eliminación de sus compañeros había ido subiendo en el escalafón, accediendo al anhelado camastro calentito, por fin vacante, junto a la estufa del barracón.
Hay situaciones en que sobra cualquier apostilla.