La periodista María Antonia Iglesias, apasionada tertuliana, cada vez que veía cómo se enredada un debate, yéndose por las ramas, ella intentaba centrar el tema con una pregunta que le había oído a alguien: ¿pero, vamos a ver, era puta o no era puta? Una fórmula muy adecuada para no perder el norte. José Antonio Monago, presidente del gobierno regional extremeño, y hasta ahora una especie de electrón desinquieto en el PP, no desmiente, porque es indesmentible, que viajara 32 veces a Gran Canaria y Tenerife, del 3 de mayo de 2009 al 4 de noviembre de 2010 en primera clase a cargo del Senado; lo que desmiente es que lo haya hecho para ver a un ligue; una novia, o como decidan llamarse, que desde Londres ha confirmado a LA PROVINCIA que verse, se veían.

El asunto personal, si se veían o no, y hasta qué grado era el conocimiento, puede formar parte de la intimidad si lo llevan con discreción. Pero lo que bajo ningún concepto es ajeno al control periodístico y al conocimiento público es si esos viajes se pagaban o no con cargo al presupuesto del Senado. Innumerables sentencias del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional afirman rotundamente que en los políticos no hay zonas de penumbra para el derecho a la información. Monago ha proclamado en una rueda de prensa, ante la publicación de este escándalo por el digital Público que aunque sea político "tiene derecho al honor y a la intimidad", pero no es así. Se equivoca. Desde una sentencia del TC, la 165 de 1987, han sido muchas las que establecen, literalmente, que "en la persona de proyección pública, el honor disminuye, la intimidad se diluye, y la imagen se excluye". Es decir, ese derecho al honor y a la intimidad que el presidente extremeño pone como parapeto no le ampara al cien por cien, sino en un mucho menor porcentaje, según se deduce de la abultada jurisprudencia. El corporativismo demostrado por sus compañeros del Senado es otra muestra de que no están entendiendo nada de lo que está pasando en España, y que los está convirtiendo en una especie amenazada, como el lince de Doñana. Una primera cuestión, pues, es dilucidar si tanto viaje en primera clase (marca España del despilfarro que a muchos cargos les permitía vivir por encima de nuestras posibilidades) era por motivos de trabajo. Pero ¿qué cosa tan importante y desconocida en el Archipiélago tiene que contar con la reiterada presencia de un senador de Extremadura, cuyos puertos son de montaña? "Labores de apoyo a Canarias", dicen en el grupo del PP de la Cámara Alta. ¿Apoyo para qué? ¿Para aconsejar a Soria que pacte con IU?

Esta historieta tiene su parecido con la del beatísimo Carlos Dívar, expresidente del Tribunal Supremo y del CGPJ, que aprovechaba su cargo para viajes de placer a Marbella, y etc, con coche oficial, guardaespaldas y hoteles de lujo. Tuvo que dimitir en junio de 2012, aunque hubo que despegarlo del puesto con chorros de agua caliente. El problema es que la clase política que se ha ido tornando en grupo de chamanes que imponen miedo por sus presagios y dominio del teatro de la magia negra, no acaba de entender cuál es el camino hacia la tragedia nacional. La corrupción no es solamente robar a manos llenas el dinero público, o hacer tráfico de influencias, o cobrar comisiones, del porcentaje que sea, pues la misma corrupción es un 3% que un 5%. Disfrazar viajes privados como si fueran de trabajo, es corrupción; viajar en business sin recomendación médica o imposibilidad física es una mezcla de engreimiento y de desenfado en la administración del presupuesto. Puede José Antonio Monago cantar misa en gregoriano, porque Dios escucha más el lenguaje de la gente que el de los intermediarios; sobre todo cuando los intermediarios se parecen más a los mercaderes del templo que a las víctimas de los usureros y aprovechados del sistema. C'est fini.

"El de los treinta y dos viajes". Así es conocido ya por la gente que no sigue la política extremeña, incluso en la variante que tiene interés nacional, que es la del extraño pacto entre dos extraños personajes como son el líder del PP y el líder comunista en esa Comunidad Autónoma.

Lo del líder de IU se entiende: desde que Santiago Carrillo traicionó a su padre y a las Juventudes Socialistas, integrándolas en el PCE, el PCE o sus hijuelas han puesto en la diana al PSOE, con argumentos que han ido girando en una rueda sin fin a lo largo de la historia. Pero el eje de rotación siempre ha sido el mismo.

Lo de Monago sí que es de clásico marxista: una decisión concreta que responda al análisis concreto de la situación concreta en el momento concreto.

Pero ¿viajó o no viajó?, ¿lo hizo en business en un país de arruinados?, ¿vio a no vio en todas las ocasiones a la "mujer de singular belleza", empresaria de origen colombiano, afincada en Tenerife, Olga María Henao Cárdenas?

(tristan@epi.es)