Quiso la vida que su mayoría de edad y una decisión judicial le obligaran a conocer nuestra ciudad. Hasta entonces su existencia y la de sus padres y hermanos se había desarrollado en Barcelona. Una familia de posición acomodada con un padre maltratador que los marcó a todos. Por eso un día uno de ellos, nunca se supo exactamente cuál, decidió acabar con su vida. Siempre se dijo que fue la madre la que planeó el asesinato. De madrugada en una masía catalana se escuchó un disparo. El siguiente paso fue el levantamiento del cadáver. Pusieron fin a muchos años de golpes, insultos y vejaciones. La familia quedó reducida a la madre y cuatro hijos. La justicia los culpó a todos pero los pequeños se salvaron de la cárcel. Fueron internados en centros de menores y separados por primera vez, muy doloroso. Ella no. Ella cumplió condena en Salto del Negro. La prensa nacional la buscaba como cotizada presa para saber qué había ocurrido aquella noche. Pero se imponía la discreción. Quería estudiar y acudía a una academia cuando se le concedió el régimen abierto. Su cara era un calco de su madre, interna en una cárcel catalana. Un día en el periódico me encargaron localizarla. Sabía dónde estudiaba y la esperé con el periodista gráfico Rafa Avero. "¿Nieves?", le pregunté en la calle. "Sí?", contestó asustada. Pactamos que no desvelaría su paradero. Mi intención no era hacerle daño, le dije, bastante tenía ya con lo que llevaba encima. Ese día hablamos horas y horas. Hicimos un reportaje y las fotos que lo ilustraron eran de ella de espaldas. Desde ese día a la que acosaron fue a mí. Querían saber dónde vivía. Jamás lo desvelé. Esa complicidad cimentó entre ambas una amistad tan intensa que a veces se venía a casa de tal manera que la película que se rodó sobre el asesinato de su padre la vio en mi salón, hecha un mar de lágrimas. Escenas humillantes, escenas familiares.

Cuando fue libre hicimos una fiesta. Globos, risas y fotos. Aquellas imágenes tenían un valor periodístico pero no las quisimos. Le pertenecían. En la isla encontró el amor y quisiera pensar que todavía le dura. Veo fotos suyas y me pregunto qué habrá sido de su vida, qué habrá sido de aquella joven que se vio inmersa en un macabro complot familiar que al final, de una forma y otra, se los llevó a todos por delante.

Y que el sufrimiento causa estragos.

stylename="050_FIR_opi_02">marisolayala@hotmail.com