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La ciberesquina

#LPAStorm, seguimiento en directo y valor añadido

El temporal, que en su primera manifestación se convirtió en una lluvia intensa pero tranquila en la capital grancanaria, reveló cuál es el estado en el que se asimilan los acontecimientos en un canal como Twitter. De pronto, surgió un hashtag como #LPAStorm, que tanto valía para dar avisos más o menos serios sobre la incidencias del tiempo como para el desahogo desenfadado de los principales afectados por el primer chispi-chispi de consideración en otoño. Que fue algo más que eso, cierto, en varios puntos de la geografía insular. El caso es que los tuiteros encontraron la forma de canalizar su humor en torno a un acontecimiento abordado, como siempre en Twitter, en riguroso tiempo real. O, como se decía antes, en vivo y en directo.

Ese, no cabe duda, también es un valor añadido a la noticia. Un enfoque diferente de la situación climatológica del momento, que se enriquece con fotos de usuarios con gafas de buceo y aletas avisando que van a salir a la calle; imágenes de bañistas en bikini y con el paraguas revirado soportando el aguacero; coquetas despelusadas que maldicen el eventual chaparrón; y memes o fotomontajes que colocan a la guiriguagua debajo del Niágara.

La red social reserva, igualmente, otros argumentos de peso para convencer de su eficiencia en la información a aquellos otros que puedan sentirse algo desplazados por este trato informal de la tormenta. La Policía Local de la capital grancanaria, por ejemplo, dio cuenta puntualmente de las incidencias registradas en torno a la lluvia. Su perfil tuitero es a menudo un recurso socorrido para los propios periodistas. Además, muchos usuarios subieron fotografías de cómo andó la borrasca en distintos emplazamientos en Gran Canaria. En estos casos lo habitual es que se constituya un flujo de información en bruto que se diría que es capaz de competir con la televisión o la radio, los reyes del directo convencional. Hoy tienen rivales complementarios como el propio Twitter o el Facebook, líder en captación de público y, del mismo modo, otro canal añadido para estar al tanto del día a día.

Los medios de comunicación de siempre, obviamente, mantienen una capacidad para procesar y difundir todos estos datos, gracias a sus plantillas con experiencia, background y una visión de la jugada que no tiene por qué exhibir un usuario habitual de las redes sociales. Sí es verdad, por otra parte, que unas plataformas y otras se han convertido en piezas diferentes del gran puzzle de la comunicación contemporánea. Y eso, al final, es bueno sobre todo para el público, que tiene más herramientas que nunca para cerciorarse de cómo va el asunto, cualquiera que sea el del día en curso.

Además, hashtags como #LPAStorm también dan rienda suelta a contenidos que por lo general no encontraban su espacio en otros escenarios mediáticos. Puro y campechano desenfado que reflejan la realidad sin ambages, y que ponen a la noticia de cara a la audiencia. A veces la almohadilla se convierte en banal, chabacana, intrascendente o, simplemente, de mal gusto. Pero en otras constituyen una vía de salida a los pareceres y pensamientos más auténticos, que de otro modo no tendrían espacio en la nube informativa. Una nube que hoy es más saludable.

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