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A bocados

Champán

Los británicos fueron los inventores del régimen parlamentario nada menos que en el siglo XIII. También fueron los primeros en presentar un programa político que quería otorgar el voto a quienes no eran dueños de tierras. Con la revolución de Cromwell, dos partidos con distinta sensibilidad religiosa pero un mismo espíritu democrático, los Levellers y los Diggers, plantearon a mitad del siglo XVII que todos los humanos nacen con idénticos derechos de ciudadanía. Todos los hombres, sostenían en realidad ellos, porque las mujeres tuvieron que aguardar unos cuantos siglos más para que se les concediera semejante igualdad. Pero todo tiene sus límites. Estos días navideños la prensa ha acogido la noticia de que los integrantes de la Cámara de los Lores se han alzado en rebeldía. Y no por cuestiones como las de la condición ciudadana o los privilegios de sexo. Los sires protestan porque no quieren que les sirvan el mismo champán a disposición de la Cámara de los Comunes.

Los "Muy honorables lores espirituales y temporales del Reino Unido de la Gran Bretaña y el Norte de Irlanda" reunidos en el Parlamento, que es como se conoce de manera oficial a quienes de forma popular llamamos integrantes de la Cámara de los Lores, se dividen, como su nombre indica, en lores espirituales obispos de la Iglesia anglicana (que ha elevado por cierto hace poco a ese rango a una mujer por primera vez) y lores temporales de los que una parte menor lo son por derechos de sangre y el resto por designación gubernamental. La distinción confunde no poco porque al fin y al cabo los obispos son tan temporales como el resto; también fallecen. Pero al margen de ese detalle nominal, los favorecidos suman 733 lores, que cuentan, cada uno de ellos, con el derecho a disponer de cinco botellas de champán al año. Recuerda la prensa que el erario público británico ha pagado desde 2010 un total de 339.427 euros (bueno, en realidad 265.700 libras esterlinas) por 17.000 botellas, cosa que lleva tras un sencillo cálculo a concluir que cada botella le ha costado 20 euros y que deben quedar muy pocas pero el quinquenio está concluido en la práctica ya. Un champán de 20 euros la botella no es como para tirar cohetes, en especial si uno es un honorable lord, ya sea espiritual o temporal, pero los sires deben pensar que meterles en términos espumosos en el mismo saco que a los de la Cámara de los Comunes no es de recibo y así lo han hecho saber.

Tales cosas suceden en momentos de miseria generalizada, incluso en el Reino Unido, y con la Cámara de los Lores bajo lupa después de que el primer ministro, David Cameron, incluyese entre los objetivos de su Gobierno reformar la Cámara alta para luego abandonar el proyecto. Todo eso ha tenido lugar antes de la crisis del champán, pero llegada ésta se entienden mejor las cosas. No juguemos con los derechos. Una cosa es dejar que los pobres, e incluso las mujeres, voten y otra muy diferente, que haya que beber lo mismo que los parlamentarios de segunda clase.

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