Pero de verdad ves todas las series sobre los que hablas? ¿Enteras? Es imposible. No te quedaría tiempo para ninguna otra cosa", me dice mi amigo. Es médico. Se me ocurre de pronto la respuesta: "Y tú... ¿de verdad analizas la sangre entera de un paciente cuando le haces un análisis de sangre?" "No es lo mismo". "Sí lo es", y continúo inventándome las cifras, "para analizar los quince litros de sangre de una persona tú extraes sólo diez centímetros cúbicos, y lo que observas en esa pequeña muestra lo supones en toda la sangre del paciente". "Claro, porque la sangre es un fluido homogéneo pero...". "Y muchas series también. No hace falta ver entera la nueva temporada de Modern family; basta con pincharla, extraer unos minutos y analizarlos. Y lo mismo pasa con The good wife, y con El mentalista, hasta con Juego de tronos y The walking dead; son fluidos homogéneos en los que la parte representa al todo".

Mi amigo encuentra entonces el argumento que busca, se le iluminan los ojos, pero termina el trago de cerveza que está dando antes de interrumpirme. "La tensión arterial es diferente. Ahí no basta con tomar una medida. Una medida no nos dice nada. Ahí hay que monitorizar al paciente durante un día entero y ver qué cifras tiene a lo largo de muchos momentos". Siempre odié el uso que los médicos hacen de la palabra "cifra". "De acuerdo... Está claro que hay series que hace falta ver enteras poder juzgarlas. Homeland, The newsroom, Mad men. Son series que suben y bajan, donde cada golpe sólo se entiende como efecto del anterior y causa del siguiente. No tiene la textura homogénea de la sangre".

Convenimos entonces en que hay series sangre y series tensión arterial, y que según sean de un tipo u otro la crítica televisiva tendrá que ser diferente. Le digo que voy a escribir una columna contándolo. Mi amigo es tímido y me pide que no diga su nombre. Pasamos el resto de la noche discutiendo si Fargo o True detective o Louie son una serie sangre o una serie tensión arterial.

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